LA MEJOR ESPIGADERA

Tirso de Molina (Gabriel Téllez)

Este texto electrónico fue preparado por Vern Williamsen en 1998. Se basa en el texto de PARTE TERCERA DE LAS COMEDIAS DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA, (Tortosa: Francisco Martorell, 1634) que ha sido cotejado con la edición de don Emilio Cotarelo y Mori (COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA, tomo I, NBAE 4, 1906).


Personas que hablan en ella:

JORNADA PRIMERA


Salen ASER y HERBEL, pobres
ASER: ¿Hasta cuándo ha de durar el hambre de Palestina? HERBEL: Mientras no cesa el pecar no cesa la ira divina que nos quiere castigar. Tres años ha que olvidada la tierra que esteriliza nuestra suerte desdichada, la maldición profetiza de nuestro padre heredada. Mete el hambre el mundo a saco; ni a Ceres paga el agosto, ni el fértil otoño a Baco. ASER: Herbel, sin pan y sin mosto, todo estómago anda flaco. Comíme el año primero el ganado que tenía, sin dejar macho o carnero; los bueyes maté otro día, comiéndome carne y cuero. Mis tierras después vendí y comímelas también. Por pan mis alhajas di, y la casa que en Belén tuve, también me comí. Ni ya tengo qué vender, ni el hambre su rigor doma, pues de suerte viene a ser, que si no que a mí me coma, no tengo ya que comer. HERBEL: ¡Pobre de quien no ha dejado, Aser, jumento o rocín que al hambre no haya guizado Ayer me comí el mastín, alcaide de mi ganado. Por tejados y rincones ando a caza todo el día, sin ser gato, de ratones; gazapos, que el hambre mía, juzga pavos y pichones. Ya no tengo qué comer si Dios su rigor no aplaca. Cayéndome estoy, Aser. ASER: Yo anoche cené una urraca. HERBEL: Yo un jernicabo anteayer.
Sale GOMOR, comiendo medio pan, y LISIS, pastora
LISIS: Parte conmigo, Gomor, la mitad de aquese pan, si es que me tienes amor. GOMOR: Hambre y amor mal cabrán en el pecho de un pastor. Diez días ha que por cerros, buscando hierbas perdido, arroyos, valles, destierros he espulgado, y no he comido si solas setas y berros. Mirad vos cómo os querré comiendo regalos tales. LISIS: ¡Si tú amaras bien! GOMOR: Cené anoche unos mercuriales, y todo el amor purgué. LISIS: ¿Quien la vida te entregó merece tratarse ansí? GOMOR: ¿Vuesa vida tengo yo? LISIS: Mi vida, ingrato, te di; que quien firmemente amó más vive en la cosa amada que en sí mismo. GOMOR: Bien, ¡por Dios! El trueco, Lisis, me agrada. En fin, que yo vivo en vos, y vos en mí, transformada. LISIS: Si bien me quieres, no hay duda que vidas hemos trocado. Mira si es razón que acuda a quien yo mi vida he dado y en mí la que tiene muda. GOMOR: ¡Alto! Pues que me da ser vuesa vida agradecida, no tengo que responder, sin que a quien me dió su vida que yo la dé de comer. Medio pan me ha dado Dios, y según el hambre es fiera, no hay para empezar los dos; mas justo es que yo me muera a trueque que viváis vos. Pues tenéis mi vida allá, no os dé pena, muérase; que, mientras hambrienta está, comiéndome el pan, podré sustentar la vuesa acá.
Cómeselo
LISIS: ¿Respuesta tuya es aquésa, bárbaro, ingrato, homicida? GOMOR: ¿De verme comer os pesa? ¿No se lo quito a mi vida para dárselo a la vuesa? LISIS: Yo me vengaré de ti si el rigor del tiempo pasa. ASER: Elimelec vive aquí, la persona más escasa y rica que en Belén vi. GOMOR: ¡A buenas puertas nos coge el hambre! HERBEL: ¡Fuego de Dios que le destruya y despoje de tanta hacienda! ASER: Los dos, aunque de vernos se enoje, a pedirle hemos venido limosna. LISIS: Que la dé dudo. ASER: Por su deudo me ha tenido. Más da el duro que el desnudo, y el avaro que el perdido. HERBEL: No hay hombre en todo Efratá tan caudaloso. LISIS: ¿Qué importa, si a nadie empresta ni da? Larga hacienda y mano corta mal socorrer nos podrá. Las trojes, que el grano rojo guardan, dejará comer del atrevido gorgojo, y el vino, que viene a ser del año el postrer despojo, en vinagre convertír primero que remediar al pobre. ASER: Yo he de pedir a sus puertas e incitar su enojo antes que morir. HERBEL: ¡Qué mal que le cuadra el nombre de Elimelec! ASER: Significa "Dios mío," porque os asombre. GOMOR: Mal el ser Dios se le aplica a tan avariento hombre, que Dios a todos mantiene, y más guardando su ley. HERBEL: "Rey" a interpretarse viene Elimelec. LISIS: ¡Qué mal rey quien guardado el trigo tiene y a ningún pobre recibe! ASER: Es alma el rey, que del modo que vida al cuerpo apercibe, y estando toda en el todo, toda en cualquier parte vive; así el rey tiene de estar dando a todo el reino ser, y en cualquier parte o lugar todo lo ha de socorrer y sus miembros sustentar. GOMOR: Id a Elimelec con eso, veréis si lo cumple ansí. LISIS: El hambre os aviva el seso. HERBEL: De su mujer Nohemí la mucha virtud confieso. GOMOR: Basta empezar en Noé su nombre para ser buena, que el vino inventó. ASER: Yo sé que la avaricia condena que el pueblo en su esposo ve. HERBEL: Nohemí es lo mismo que hermosa. LISIS: Fuélo mucho, mas los años traen la vejez enfadosa, envuelta en los desengaños que marchitan cualquier rosa. ASER: Pues no tiene tanta edad. LISIS: Ha parido ya dos veces. GOMOR: Los hijos y años dejad, juventudes y vejeces, que con hambre es necedad meteros en eso. HERBEL: Ansí el tiempo y hambre se pasa. GOMOR: El hambre no, el tiempo sí. Si Elimelec no está en casa, de la virtud de Nohemí remediar mi daño espero, que es generosa y honesta. ASER: Llamar a sus puertas quiero y pedirla. Mas ¿no es ésta? HERBEL: Sí. LISIS: Su piedad considero.
Sale NOHEMÍ
NOHEMÍ: ¿Posible es que de Efratá, que se interpreta abundante, os olvidéis mi Dios ya? No hay comarca semejante en la tribu de Judá en frutos, pues de Israel la troj se solía llamar. Vos, Señor, piadoso y fiel, que a Jacob quisisteis dar esta tierra, acordáos de él. Mirad que estéril y seca aflije vuestra nación, que cierra el cielo quien peca. No es tierra de promisión, ni ha dado miel y manteca, ni aun hierba en estos tres años, como prometistes vos. ¿Qué han de decir los extraños sino imputaros, mi Dios, estos trabajos y daños? Culpará la providencia de vuestra mano infinita, contra vuestra omnipotencia, el idólatra moabita, y dirá con insolencia que es mejor dios su Dagón, su Astarot, su Baalín, que no vos, Dios de Sión; que nos trujistes, en fin, no a tierra de promision, sino de daño infinito, y de Bersabé hasta Dan, los que aflije su delito, otra vez suspirarán por las cebollas de Egipto. No permitáis tal, señor; vuestro pueblo socorred, y dando fin al rigor, no por nosotros volved, mas volved por vuestro honor. No está en casa mi marido, ojalá pobres vinieran, que pues Dios me ha enriquecido, con abundancia comieran lo que les he prevenido. Pero aquí están. Pobres míos, ¿querreis comer? HERBEL: Dios lo sabe. NOHEMÍ: Pecados y desvaríos tienen los cielos con llave. GOMOR: Y los estómagos fríos. ASER: Seis meses ha que no sé lo que es pan. GOMOR: Una barriga de buey anoche cené; duélase de mi barriga, que no hallará, si la ve, cosa en ella que encomiende a las tripas, importante. Por pies mi estómago entiende cual bolsa de pleiteante, o como casa con duende, como robada maleta; como brasero en verano; como enfermo con dïeta; como lealtad de gitano y cerebro de poeta. NOHEMÍ: Entrad, mis pobres, que aquí os tengo puesta la mesa. LISIS: Plegue a Dios, cuerda Nohemí, que de la familia vuesa, pues nos sustentáis ansí, el Mesías deseado nazca que a Israel dé gloria, ASER: Vueso nombre celebrado quede con divina historia en nuestro libro sagrado. NOHEMÍ: En ese oculto aposento, Asael, la mesa está. Dalos en ella sustento, pues dicen que el ciclo da por uno al piadoso, ciento. Entrad primero que venga mi esposo, que lleva mal que de su hacienda mantenga de mi tribu y natural los pobres, y antes que tenga Masalón de esto noticia y Quelión, mis dos hijos, excusemos su malicia, que los trabajos prolijos con que de Dios la justicia nos aflige, los ha hecho tan cortos como a su padre. Entrad, y hágaos buen provecho. HERBEL: Pues de pobres eres madre, y con tan piadoso pecho acudes a nuestro daño, tu casa el cielo bendiga, hónrete el propio y extraño. NOHEMÍ: Entrad. GOMOR: Hoy, Lisis amiga, saco el vientre de mal año.
Vanse todos. quedando NOHEMÍ
NOHEMÍ: Si de Egipto el hambre fiera nuestro José socorrió, aunque extraña nación era, y mi casa enriqueció el cielo de esta manera, ¿por qué en ella ha de faltar a los dé Israel sustento? Ningún pobre ha de llegar que vuelva a salir hambriento mientras haya que les dar.
Salen ZEFARA y JALEEL
JALEEL: Digo, Zefara, que yo tengo derecho a comer el hijo que nos quedó, que el padre sólo da el ser al hijo, y la madre no. No le escondas, si es que quieres que refrene mi rigor. ZEFARA: Madre soy, si tú padre eres, y siempre reina el amor más que el hambre en las mujeres. El ser como tú le he dado; nueve meses le he traído de mi sangre alimentado; con dolores le he parido; mis pechos le han sustentado. En vano Jaleel porfías probar que eres sólo el dueño de quien, no como yo crías, de noche a costa del sueño y del descanso los días. Darle el ser, ¿de que sirviera? si sin forma se quedara y antes que vida tuviera y del alma se informara, sin mi amparo pereciera. Vida le dio mi calor, en mis entrañas estuvo, y Dios, como en obrador, su cuerpo informe entretuvo, hasta que siendo crïador del alma, que no le has dado, en su cuerpo la infundió, por mi sangre organizado De mí con vida salió, hermoso y perficionado; mas de ti tan imperfecto, que aun hasta el ser de animal no sacó, sino respeto sólo de hombre virtüal, siendo de tu causa efecto. ¿Por qué has de querer, ingrato, cuando el ser de ti tuviera, comer tu mismo retrato? Su madre soy verdadera, y así escondértele trato. Cómeme, tirano, a mí, que su misma carne soy. NOHEMÍ: ¿Qué es esto? ZEFARA: ¡Oh, cuerda Nohemí! Crueldades has de ver hoy que te han de sacar de ti. Este padrastro, no padre, al mismo hijo que dió el ser, sin que ley ni amor le cuadre quiere, bárbaro, comer, y yo, que, en fin, soy su madre, le defiendo. JALEEL: Si se atreve el hambre a mi hijo ansí, la necesidad me mueve. La vida y el ser le di, págueme lo que me debe; que en trabajo tan urgente no es injusta mi demanda, ni yo soy padre inclemente, pues el Decálogo manda que al padre el hijo sustente. NOHEMÍ: ¿Vióse pleito más crüel? ¿Vióse demanda más fiera? ¡Vive el Señor de Israel! que si en mi casa no hubiera más que un pan, probara en él la piedad que me enternece. ¡Que el hambre, mi Dios, horrenda pueda tanto cuando crece, que a su hijo comer pretenda un padre, si es que merece este nombre tal delito! ¿Qué vuestro rigor no aplaca esto, Señor infinito? Asael. ASAEL: Señora. NOHEMÍ: Saca cuatro panes y un cabrito.
Va el criado por ello
Sustentáos con él los dos; y volved por más después, Jaleel, que no es bien que vos querais comer a quien es la semejanza de Dios. Venid si adelante pasa del cielo el rigor prolijo, que la piedad que me abrasa, por la vida de vuestro hijo, os daré a saco mi casa. Traedme acá la criatura, que a crïarla me provoco. ZEFARA: Comerle un padre procura, que en fe de costarles poco no ponen más que la hechura.
Sale ASAEL
ASAEL: Aquí está el cabrito y el pan.
A ASAEL
JALEEL: Y en tu señora se ve la caridad de Abrahán, su amor, su piedad y fe. NOHEMÍ: ¡Que la maldición de Adán, mi Dios, tenga tal poder que llegue en un padre a tanto que a quien dió la vida y ser, coma! Pero ¿qué me espanto si a vos os han de comer?
Salen ELIMELEC, MASALÓN y QUELIÓN. ELIMELEC habla solo
ELIMELEC: ¿Los jueces mi pan a mí para dar a pobres? ¡Bueno! ¿Lo que yo sembré y cogí? ¿yo mi trigo, mi centeno a pobres? Ponzoña sí. Muera la gente villana de hambre, que yo no doy a quien, con vida holgazana, se come su hacienda hoy sin reparar que hay mañana. Antes pegaré a mis trojes fuego, y vaciaré mi vino. MASALÓN: Padre y señor, no te enojes; que pues con tal desatino lo que a tanta costa coges te están pidiendo los jueces, con negárselo has cumplido. ELIMELEC: ¿A los pobres viles heces, que siempre basura han sido del mundo? QUELIÓN: Tú lo mereces, pues de este pueblo tirano no has impedido el gobierno. ELIMELEC: ¿A hormigas viles que el grano, si no trabajan de invierno, vienen a hurtar el verano? Primero me ausentaré de Belén y de Efratá; primero a Moab me iré, llevando mi hacienda allá, que un pan a los pobres dé. Mas ¿quién son estos que aqui me causa enfado el mirarlos? JALEEL: Tus deudos somos. ELIMELEC: Nohemí, ¿mas qué para sustentarlos venir los hiciste aquí? NOHEMÍ: Es verdad. Por excusar que a su hijo un padre no coma, lo que ves les mandé dar. ELIMELEC: ¡Infernal furia me toma! No mi casa has de asolar. ¿Sabes que tienes dos hijos? ¿Sabes la esterilidad que anuncia en años prolijos hambre, peste y mortandad, que los caudales más fijos ha deshecho ya el rigor con que el cielo nos provoca? ¿Ni a mí me tienes amor, pródiga, perdida, loca? NOHEMÍ: A tus parientes, señor... ELIMELEC: ¿Qué parientes más cercanos que tus hijos y marido? Soltad el manjar, villanos; comé el hijo mal nacido hechura de vuestras manos.
Quítasele
Echalos de ahí, Masalón. MASALÓN: Idos, peste de Israel. ZEFARA: ¿A los que tus deudos son es justo, avaro, crüel, tratar ansí? ELIMELEC: Quelión, mátalos todos a palos. QUELIÓN: Salid, infames, a coces. JALEEL: De mal árbol, frutos malos. ZEFARA: Permita Dios que no goces tus avarientos regalos. Púdranse tus viles mieses, vinagre el vino se torne, los lobos coman tus reses, jamás tus techos adorne el otoño en sus tres meses. De tu hacienda despojado patrias extrañas mendígues; no halles hospicio en poblado, y como al pobre persigues del rico seas mal tratado. Fáltete el Dios en que esperas, y ejecute sus castigos en esas entrañas fieras; entre tus más enemigos fuera de tu patria mueras. No vuelvas más a Belén, ni tus trabajos amansen, ni sepultura te den en que tus huesos descansen con los de tu padre, ven.
Vanse ZAFARA y JALEEL
ELIMELEC: ¡Ah, infames! Dejadme entrar por un palo. MASALÓN: Ya se han ido. NOHEMÍ: Mis padres han de encontrar. QUELIÓN: Basta, madre, que has querido nuestra hacienda disipar. ¡En buenos graneros pones nuestra amada provisión! ¡En mendigos y bribones! MASALÓN: De la república son los pobres viles ratones. Si a comer vienen el trigo ¿qué habemos de hacer después? NOHEMÍ: De Dios, hijos, el mendigo es pupilo y menor es; y el rico tutor y abrigo de los pequeños y hambrientos. Si menores nuestros son, dejad viles pensamientos, que no es conforme a razón negarles sus alimentos.
ELIMELEC, echando a palos a los pobres
ELIMELEC: Salid, harpías monstruosas, que mi mesa profanáis; salid, moscas enfadosas, que en mi mesa os asentáis, inútiles y asquerosas; que la mesa he de quemar, que dejáis contaminada la que os vino a convidar, y la casa que apestada ya es oprobio del lugar. ¿Qué aguardáis, reliquias bajas, de Israel polillas crueles? HERBEL: Guarda, avaro, tus migajas.
Vanse
ELIMELEC: Estimad que los manteles no os sirven hoy de mortajas. Y tú, necia liberal, que no estimando el provecho de mis frutos y caudal, de andrajos torpes has hecho mi casa noble, hospital, ya mi mujer no te llames, pues no lo merece ser quien a huéspedes infames da en mi mesa de comer, ni es posible que me ames. Dame las llaves dé todo lo que tan mal aprovechas, que si gastas de ese modo mí hacienda, diré que la echas en pobres, que es en el lodo.
Sale GOMOR con un plato con carne y pan, comiendo, y una servilleta al cuello
GOMOR: El miedo que me provoca me ha escondido a la mitad del convite. ¡Ay, hambre loca! Pues que no hay seguridad desde la mano a la boca. Dejadme acabar primero de este plato la tarea, cifrada en pan y en carnero, y después más que me vea y riña este avaro fiero. ELIMELEC: ¿Aún queda otro convidado? Teneos. GOMOR: Déjenme que coma esto poco que ha quedado. ELIMELEC: El plato y el pan le toma. GOMOR: Zampémelo de un bocado. ELIMELEC: ¡Vive Dios, que lo has de echar, villano, o has de morir! GOMOR: ¿De qué le ha de aprovechar mascado ya? QUELIÓN: No te has de ir, mendigo, de este lugar con manjar que se convierta en tu vil sustancia y vida. GOMOR: Señor, que me ahoga advierta. ELIMELEC: Echa, infame, la comida. GOMOR: ¿Por dó, si cierra la puerta? ELIMELEC: Ahogadle, y con ella muera. GOMOR: Ya, señores, lo despacho.
Suéltase
Id mañana a la zaguera por ello, pelón, borracho, y podréis cobrarlo en cera.
Vase GOMOR
ELIMELEC: No he de estar más en Belén, no ha de verme más Judá adonde enfado me den holgazanes de Efratá.
A su hijo
Todo el ganado prevén, bestias, caballos, camellos; mi hacienda en los carros carga, que a Moab he de ir con ellos, pues no es la jornada larga ni hallaré pobres entre ellos. Esta noche he de partírme, ¡vive Dios! MASALÓN: Medio es prudente. ELIMELEC: Mendigos no han de afligirme; maldiga Dios tan ruin gente, que viven de perseguirme. Aprestad nuestra partida y huyamos de esta langosta, que abrasa nuestra comida y se sustentan a costa de mi hacienda y de mi vida. MASALÓN: Vecino soy desde hoy más de Móab. QUELIÓN: Vamos, Masalón. NOHEMÍ: ¿A tierra idólatra vas? ELIMELEC: Huyo de la perdición crüel que a mis bienes das. No quiero que en tierra quedes donde gastas de ese modo lo que tú adquirir no puedes. Cargadlo en los carros todo, dejad solas las paredes. NOHEMÍ: ¿Los pobres, qué comerán en tan miserable estado? ¿Por qué en Belén, Dios de Abrahán, el pan les habéis negado, si es Belén casa de pan? ELIMELEC: ¡Fuego del cielo en nación que me ha puesto en este trance por tu necia condición! NOHEMÍ: ¡Quiera Dios que no te alcance en Moab su maldición!
Vanse. Salen TIMBREO, RUT, ORFÁ, NISIRO y MÚSICOS. Siéntanse
TIMBREO: En el teatro verde de esta alameda umbrosa, y al nacimiento de esta fuente fría, vida del alma mía, Rut discreta y hermosa, por quien mi amor, ganándose, se pierde, duerman pesares, para que recuerde el contento perdido que en tu rostro florido la primavera alegre retrataba, y acabándose en ti, mi vida acaba. A esta sombra te asienta, que en tapices de flores cojines de tabí borda Amaltea, donde, aunque el sol desea hurtarle sus colores, porque sus rayos en sus ojos vea, no le dejan entrar, por mas que sea su luz penetrativa, los árboles que arriba verás tejiendo y enlazando ramas, son de las frescas flores guardadamas. De tus melancolías el rigor, Rut, suspende; divierte aquí los cristalinos ojos. Si el campo olvida enojos, por este campo extiende la vista, asiento de las dichas mías, que en él mirar podrías mi amoroso cuidado al vivo retratado; mas--¡ay!--que si en las flores que diviso las tuyas ves, te volverás Narciso. Mira esta fuente clara que en líquidos rodeos, amorosa este prado besa y tiñe, y parece que riñe mal pagados deseos de quien yerba del sol es de tu cara. En las yedras repara, que con eternos lazos todas se tornan brazos hasta que de su amante el cuello toca, cada cual por juntar boca con boca. Pinten mi confïanza los troncos de estos olmos, dando la mano a aquestas verdes parras, cuyas hojas bizarras, con generosos colmos, néctar a Baco dan, que Amor alcanza; y envidia mi esperanza ver en lazos estrechos, como hijos de los pechos, colgar de los sarmientos los racimos que al matrimonio dan frutos opimos. Mira de galas ricos, los pájaros traviesos competir con las hierbas y las flores, que en fe de sus amores, se dan con dulces besos plumas por brazos y por labios picos, cantando villancicos a Apolo cuando nace, porque lo nuevo aplace. Mas--¡ay, de mí!--que como amar ignoras, cantas si peno, y si me alegro lloras. Todo muestra alegría, la fuente, el monte, el prado, los árboles, las aves y los peces; sola tú te entristeces, y de luto has poblado el río, el prado, el monte, el sol, el día. Llora la fuente fría; las aves que enamoran, por verte llorar, lloran, y yo, que todo a padecerlo vengo, no se qué tienes cuando amor te tengo. RUT: Si mañana, Timbreo, me esperas dar la mano ¿qué sospechas contrastan tu firmeza? No guarda la tristeza término cortesano, ni corresponde amor siempre al deseo. Lo que me quieres veo, lo que padezco ignoro sin saber de qué lloro. Si un mal humor los gustos desazona, mi amor estima y mi rigor perdona. TIMBREO: ¡Qué compendiosa y breve obligando lastimas y en lastimosas dudas satisfaces! Si en recíprocas paces mi amor mañana animas, eternice el amor su yugo leve. Pero pues se atreve la pálida tristeza que envidia a tu belleza, cantad; mas nunca el canto el mal resiste, que al alegre da gusto, y pena al triste.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas que Rut bella pisa, mientras sus ojos regados os ven, no os riáis, no os riáis, que no viene bien con sus lágrimas vuestra risa." TIMBREO: Del rey, mi Rut, eres hija; a Moab has de heredar, contigo me he de casar; deja la pena prolija, que cuando el pesar te aflija, para que te alegres basta la corona que contrasta melancólicos humores de tu belleza divisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas que Rut bella pisa, mientras sus ojos regados os ven, no os riáis, no os riáis, que no viene bien con sus lágrimas vuestra risa." RUT: La tristeza que es violenta, menos su rigor perdona a la diadema y corona, antes con ella se aumenta, en los palacios se asienta debajo del solio real, y perdonando al sayal, vive en artesones de oro. Ría el prado, que yo lloro penas que el pesar me avisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas que Rut bella pisa, mientras sus ojos regados os ven, no os riáis, no os riáis, que no viene bien con sus lágrimas vuestra risa." TIMBREO. Si a entretener no estáis, árboles, prados y fuentes las tristezas inclementes que en quien adoro aumentáis, ni con el viento finjáis, las unas risa en las hojas, ni, entre las arenas rojas, mováis de cristal los labios las otras; llorad agravios de una voluntad remisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas que Rut bella pisa, mientras sus ojos regados os ven, no os riáis, no os riáis, que no viene bien con sus lágrimas vuestra risa."
Quédase RUT dormida
TIMBREO: ¿Durmióse mi esposa? NISIRO: Sí. TIMBREO: Dejadla, que siempre el sueño es de la tristeza dueño. ORFÁ: ¿Qué tendrá que llora ansí? TIMBREO: Poco amor, porque la di el alma, que no se atreve a pagar, ingrata y leve, si no es con pena y rigor; porque aborrece el dendor por no pagar al que debe. Mas si mañana ha de ser mi esposa, mal conjeturo, cuando quejas dar procuro en lugar de agradecer. Muchas veces sin tener causa la melancolía crüeles efectos cría, como en mi esposa se ve. Tal vez la tristeza fue víspera del alegría. Yo espero quererla tanto que otra vez la aurora fresca en su semblante amanezca, y trueque en contento el llanto. Duerma mi Rut, y entretanto en fe de lo que la adoro, despojemos el tesoro de este prado, y de su flor coronas rija mi amor mientras se pone la de oro.
Vanse todos, y quédase RUT dormida. Salen MASALÓN y ASAEL
ASAEL: Esta noche llegaremos a Moab. MASALÓN: Mientras la siesta del sol los cuerpos molesta, Asael, descansaremos. A las sombras deleitables de este bosque has de asentar las tiendas y apacentar el ganado. ASAEL: ¡Qué agradables riberas! ¡Qué alegre río! su margen es un vergel, MASALÓN: No se echa de ver en él la sequedad del estío, ni el rigor de tantos años con que hacen los cielos guerra a la israelítica tierra. ASAEL: Merecemos estos daños porque nuestra gente ciega mitigar a Dios no sabe. MASALÓN: Tiene el pecado con llave las nubes, y el cielo niega el agua a nuestras querellas, que como contra el pecamos, mientras culpas no lloramos no quieren que lloren ellas. ASAEL: En Moab vive el hartura. MASALÓN: Mientras este rigor pasa olvidaré patria y casa. Brindando está la frescura de aquestos álamos bellos al sueño. ASAEL: Hacer la razón. MASALÓN: Entretanto que Quelión hace descargar camellos y en las tiendas se defienden del sol mis padres, aquí cama de campo escogí, donde sus rayos no ofenden. Vete, y diles donde quedo, y vuélveme a despertar cuando quieran caminar. ASAEL: Voy, pues.
Vase ASAEL
MASALÓN: A esta sombra puedo lo que queda descansar de la siesta. ¡Bella fuente! No hay cosa que el sueño aumente como es el oír cantar; y si en las guijas templadas de estos risueños cristales cantan tonos naturales sus corrientes enlazadas, ¿qué reyes hay que merezcan en camas que mullen flores dormir oyendo cantores sin que jamás se enronquezcan? Échome, pues... Mas ¡ay, cielo! una mujer duerme aquí. ¿Mujer? Mal dije, ángel sí, que con las rosas del suelo compiten las de su cara. Si en la ley que profesé no me enseñara la fe que hay sólo un Dios, afirmara que era la misma deidad de la madre del Amor. ¿Vióse hermosura mejor? No durmáis, ojos, velad mientras su amor me desvela y el alma en su vista hermosa, imita a la mariposa dando vueltas a la vela, Solía reirme yo de que afirmase un amante que haya amor que en un instante se engendre; pero, ya no, pues quiere que experimente esta hermosura divina que hay, cual muerte repentina, también amor de repente. Instantáneamente abrasa una casa el rayo fiero; rayo es amor más ligero; mas--¡ay!--si yo fuera casa que tal huésped mereciera ¡qué bien que te aposentara! Todas las puertas cerrara para que no se me fuera. Una mano de cristal la hermosa mejilla apoya; mas bien merece tal joya tal engaste y basa tal. A descansar vine aqui, y hallé por descanso, cielos, amor, temor y desvelos.
Escucha
Parece que habla entre si.
RUT, entre sueño
RUT: Hija soy del rey moabita; mas ¿qué importa el nombre real si en lo que es más principal mi padre el gusto me quita? MASALÓN: ¡Válgame el Dios de Sión! Hija del rey dijo que era. ¡Ay, amor! volvéos, quimera. RUT: ¿Amor no es inclinación? ¿Pues por qué contra la mía a Timbreo me han de dar? Yo no me quiero casar. MASALÓN: ¿Celos y amor en un día? ¿Dulce y amargo en un punto? ¿Pena y gusto en un sujeto? ¿Amor, sospecha y respeto? ¿Vivo, cielos, y difunto? ¡Qué contradicciones tienes voluntad desordenada! RUT: A Israel soy inclinada. MASALÓN: De aquí colijo mis bienes. Israelita soy, prevén, Amor, mis venturas ya. RUT: De la tribu de Judá y vecino de Belén ha de ser sólo mi dueño. MASALÓN: ¿Hay dicha, hay suerte mayor? Despierto te cobré amor, favorecióme tu sueño. Si me aborreces despierta como me elijas dormida, no despiertes en tu vida. RUT: La ley aborrezco incierta de mi ciega idolatría; al Dios de Israel me inclino de un oráculo divino que estimo por profecía. Sé que un esposo me espera, el más noble de Efratá, que en mí sucesión tendrá dilatada de manera que llegue su última rama al cielo más eminente, para que en su flor se asiente un rey Dios que a Israel ama. Y si esto ha de ser ansí, no mi padre ni Timbreo impedirán mi deseo. MASALÓN: No duermes tú, mas yo sí, profetisa sabia y cierta, pues que tú durmiendo sabes mucho más que las más graves. Abre los ojos, despierta Pero duerme, que es razón no digas en despertando si fé a tu sueño estoy dando, que los sueños sueños son. Yo estoy muerto; yo estoy ciego, si la recuerdo se irá, y si duerme no podrá saber mi amoroso fuego. Si lo que durmiendo afirma, despierta aprueba, dichoso yo que vengo a ser su esposo, y mi esperanza confirma. ¿Cómo saberlo podré? La industria me ha de ayudar. A esta parte me he de echar, y que duermo fingiré, para que cuando despierte averigüe la verdad de su amor y voluntad, que viéndome de esta suerte algo conforme dirá con lo que ha dicho dormida.
Échase
¡Ay, libertad, ya perdida, tarde el alma os cobrará! Despertarla agora quiero para que me vea dormido.
Despiértela
RUT: ¡Cielos, cielos, favor pido! Morir escojo primero que forzar mi inclinación dando la mano a Timbreo; que aún no estoy despierta creo. ¡Ay, inquieto corazón! ¡Que aun durmiendo me tormente
Repara en MASALÓN
Mas, ¡cielos! ¿quién está aquí? ¿Un hombre junto de mí, y mis vasallos ausentes? Haréle matar; mas no, que quien, viéndome dormida, pudiendo ofender mi vida, mi honestidad no injurió, maltratarle no merece. O es bien nacido, o es loco, o sabe de amores poco, quien la ocasión que le ofrece el sueño y la soledad pierde; mas no hay ocasión que en el prudente varón despierte a la voluntad. Agradecida le estoy, y si el agradecimiento del amor es fundamento, aficionándome voy a su noble cortesía. Parece hebreo en el traje, y para que le aventaje a Timbreo el alma mía basta sólo el parecello. Seguro a dormir se echó; mas quien tal fama cobró, que sin asir del cabello a la Ocasión, resistir se supo, duerma en tal cama, que quien cobra buena fama bien puede echarse a dormir. ¡Hermoso talle! Israel bellezas notables cría. De aquesta suerte sería Jacob cuando vió a Raquel, según en su historia he visto. ¡Ay! ¡Si fuera mi ventura Raquel de aquesta hermosura! Mas ¿qué es esto? ¿Ansí resisto el primer encuentro, Amor, de vuestro fuego? Es hebreo; la inclinación y el deseo le dan cartas de favor. ¿Pero de mi honestidad tan presto, fiero tirano, las aras limpias profano? Volved en vos, libertad. Mas si mañana Timbreo tiene de tiranizaros, ¿cuánto es mejor emplearos en este gallardo hebreo? Pero ¿cómo sabré vo que mi amor querrá admitir quien viéndome aquí, a dormir tan descuidado se echó? No admite el israelita mujer de contraria ley, aunque sea hija de un rey. Mi suerte me hizo moabita; huyamos, pues, pasión fiera. Pero ¿cómo, si conmigo llevó celos mi enemigo? Mas resistiréle.
Fingiendo que duerme
MASALÓN: Espera. RUT: Espera , dijo dormido. Por buen pronóstico alcanza mi amor que me da esperanza cuando el sosiego he perdido. Pero de sueños ¿qué espero sino quimeras y engaño? Seré ocasión de su daño, si hallando aquí este extranjero, a Timbreo causo enojos, pues mal encubrir podré mi nuevo amor, cuando sé que le pregonan los ojos. En la amorosa violencia el más urgente remedio es el poner tierra en medio quien no tiene resistencia. Honor, huyamos agora de quien dormido os maltrata. MASALÓN: ¿Pues ansí pagas, ingrata, a quien tu belleza adora? RUT: Soñando en quien ama está para aumentar mis desvelos. Amor, si venís con celos, ¿quién resistiros podrá? MASALÓN: Si a mi nación quieres bien, y deseas que un hebreo sea tu esposo, efrateo soy, y mi patria es Belén; en la tribu de Judá no hallarás quien me aventaje en hacienda ni en linaje. Contigo dispensará amor que no guarda ley, cuando la nuestra lo impida. RUT: ¡Ay, esperanza perdida! perdone mi padre, el ley, y el amor con que me ofusco si lo que escucho es verdad, que el hüir es necedad de lo que ha tanto que busco. Pero si viene Timbreo y le mata ¿qué he de hacer? Dueño tirano ha de ser del alma que yo poseo. Huyamos de este imposible.
MASALÓN despierta y tiénela
MASALÓN: Mientras yo viva no harás. Dame muerte, y quedarás libre, tirana apacible; paga a quien te guardó el sueno sin ofender a tu honor, con desdén, si es el rigor dádiva de un noble dueño; satisfaz el beneficio con ingratitud; quebranta la ley inviolable y santa que al extranjero da hospicio; mátame y vete después, cobrarás de ingrata nombre crüel. RUT: ¿Conócesme, hombre? Sabes que princesa es de Moab la que atrevido osas ofender ansí? ¿Sabes que si llamo aquí los que en mi guarda han venido la vida puedo quitarte? MASALÓN: Sé que sola te dejaron cuando mis penas te hallaron, y que pudiera agraviarte mi amor, si el respeto nuevo que guardo a tu hermosa cara mis deseos no enfrenera. RUT: Si pago lo que te debo no soy desagradecida; premie el oro tu interés.
Dale una cadena
Si me guardaste cortés, para guardarte la vida es bien que de ti me ausente, porque no vivirás más, si no me voy y aquí estás, de lo que tarda mi gente. Riesgo corremos los dos, que yo tuviera dicha harta si como el cuerpo se aparta se apartara el alma. Adiós.
Vase RUT
MASALÓN: Detén el ligero paso, sol de luz resplandeciente, que apenas gozo tu oriente cuando me aflige tu ocaso. Pierdo a un tiempo lo que gano como el que el nido alcanzó y el pájaro que cogió se le voló de la mano; como el soñado deseo, como el que en sombras se ofusca
Rut, de dentro a voces
RUT: El que bien ama, bien busca. Busca si amas bien, hebreo. MASALÓN: ¿Que busque bien, si amo bien? Dices bien; por ti estoy loco; nunca mucho costó poco; alas mis penas me den; que en tu seguimiento irán hasta hallarte quien te adora, como el sol tras el aurora, y tras el norte el imán.
Sale al encuentro NOHEMÍ, alborotada
NOHEMÍ: ¿A dónde vas desdichado? Huye el encuentro a la muerte que en castigo de tus culpas a cortar tus años viene. Los bárbaros ismaelitas, que en los desiertos silvestres de estos montes y estos valles tiendas por ciudades tienen, cuando al descuido y al sueño tu padre, ganado y bienes rendidos buscaban sombras que el sol la furia impidiesen, nuestras tiendas asaltaron, y primero que pudiesen poner defensa bastante a sus ímpetus crüeles, tu padre, hermano y crïados de sus alfanges aleves prueban los bárbaros filos y las caras vidas pierden. Su sangre tiñe estos campos, y el cristal resplandeciente de este río y este arrovo en líquido coral vuelven. Nuestros ganados se llevan, los pastores y mujeres de su torpeza despojos, que a sus apetitos venden. El oro, joyas y galas en que la avaricia tiene cifrada su frágil dicha, ya son males, que no bienes. Castigo del cielo justo, con que a los pobres pretende vengar de vuestra crueldad, que es Dios padre de inocentes. Negásteisles el sustento siendo deudos y parientes, ¿qué mucho si a los extraños agora el cielo enriquece? Murió Elimelec, mi esposo, por los que de hambre mueren en Judea y Efratá. Imaginó estando ausente, conservar sus bienes rico, mas como son bienes muebles los bienes de la Fortuna, no es maravilla que rueden. Por guardar, hijo, lo poco, todo el avaro lo pierde. Huye, no pierdas la vida, que viene tras ti la muerte. MASALÓN: A buen tiempo, ciego Amor, abrazándome pretendes, pues mirándote desnudo imposibles loco intente. Perdí a mi padre, mi hermano, perdí mis crïados fieles, mi hacienda mi amada patria, ¿y también que pierda quieres la libertad? Ya ¿qué vales sin hacienda, Amor, pues hieres las almas con flechas de oro. y al plomo pobre aborreces? Pues la esperanza me quitas, pues despojado me ofendes, pues que me dejas desnudo justo será que me dejes tú también, que no es razón que extranjero y pobre intentes imposibles de una infanta, aunque digas que los vendes.
Salen un CAPITÁN ismaelita y tres SOLDADOS
SOLDADO 1: Aquí están. CAPITÁN: Matadlos todos si humildes no se rindieren al derecho de las armas.
Sacan preso a QUELIÓN. NOHEMÍ se pone de rodillas
NOHEMÍ: El acero más valiente del más bárbaro enemigo es cortés con las mujeres, con los vencidos piadoso, con los humildes clemente. Valeroso ismaelita, hijo mío es el que ofreces a los filos de tu alfanje, y esotro que agora prendes es primogénito mío. ¿Qué injurias te hacen que vengues? ¿Qué gloria en matallos ganas? ¿Qué victoria ilustre adquieres? Goza la hacienda que llevas, conténtate con la muerte de la mitad de mi vida, del dueño que esta alma tiene. Muriá mi esposo a tus manos; deja estos retratos fieles de su noble original, porque mis penas consuelen. CAPITÁN: ¿Tus hijos son estos dos, y tú la señora eres del despojo que gozamos? NOHEMÍ: Yo soy la que a tus pies vierte el corazón por los ojos. CAPITÁN: Tu llanto a piedad me mueve. Vida y libertad los doy, el ser te deben dos veces. Quitadlos esos vestidos entre la espesura verde de este bosque reservado; a esta mujer solamente no la quitéis cosa alguna. QUELIÓN: Quien los pobres aborrece, y a Dios en ellos maltrata, razón es que pobre quede. NOHEMÍ: ¡Ay, Elimelec querido! Jamás el consuelo espere enjugar mis tristes ojos, pues que los privan de verte. MASALÓN: Olvidad, alma afligida, quimeras, que si los bienes son las alas del amor, ¿como es posible que vuelen mis esperanzas sin alas? Pues no es mucho que se seque la hiedra de Amor, faltando interés que la sustente.

FIN DE LA JORNADA PRIMERA

La mejor espigadera, Jornada II


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002