I. RASGOS BIOGRÁFICOS DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA
La importancia de San Pedro de Alcántara en la vida religiosa de la España de los siglos XVI y XVII hizo que Juan Pérez de Montalbá'n lo tomase como protagonista para una de sus comedias; sin embargo, el dramaturgo, consciente de que lo que debía hacer era una obra de teatro y no una biografía, mezcló determinados elementos de la tradición teatral con unos apuntes de la vida de fray Pedro que no dan bien la talla de la fuerte personalidad del santo. En algunos casos no le importa cometer notorios anácronismos como es su contacto con el rey de Portugal confundiendo a don Juan III con el rey Don Sebastián.
Para que se pueda tener en cuenta la importancia de este reformador religioso resaltamos algunos hechos y fechas de su biografía.
1499. Nace en el pueblo de Alcántara (Cáceres) Juan de Sanabria Maldonado. Sus padres son Alonso Garabito y María Vilela de Sanabria Maldonado. Recientemente el investigador Julián García Sánchez ha puesto al descubierto el origen converso de su familia (Verdad y Vida, tomo LV, 1997, 217-220).
1506. Muere su padre y tres años después su madre se casa de nuevo; el esposo es Alonso Barrantes. Uno de sus hijos fue Pedro Barrantes Maldonado, autor de varias obras; entre ellas destacamos una Crónica de don Enrique el Doliente, conocida vulgarmente como La Maldonada.
1511-1515. Estudia en Salamanca filosofía y cánones.
1515. Ingresa como novicio en el convento franciscano de Santa María de los Majarretes adoptando el nombre de Pedro. El año siguiente profesó como religioso.
1516-1524. Estudios en la Orden, para ser ordenado sacerdote este último año.
1532. Es elegido guardián del convento de San Onofre de la Lapa, cerca de Zafra.
1536-37. Primeros contactos con el rey de Portugal Juan III.
1539. Elegido Ministro Provincial de San Gabriel.
1540. Promulga las "Ordenaciones" de la Provincia. Se mueve en una línea de austeridad monacal que choca, en ocasiones, con otras posturas de los frailes de su misma provincia religiosa.
1541. Marcha al Capítulo General de la Orden que se celebra en Mantua, pero no llega porque enferma en Barcelona, donde conoce a Francisco de Borja.
1541-1543. Marcha a Portugal por invitación del Duque de Aveiro. Hace varias fundaciones y redacta los estatutos de la Custodia de la Arrábida.
1544. Vuelve a Extremadura. Es nombrado Definidor Provincial.
1551. En Plasencia renuncia a ser nombrado por tercera vez Ministro Provincial. De este año se conservan diversas cartas de los nobles portugueses al fraile reformador.
1554. Recibe autorización para hacer vida erem&iaccute; tica en Santa Cruz de Paniagua (Cáceres).
1557. Fundación del convento del Palancar. Se cree que fue invitado para ser el confesor de Carlos I en su retiro de Yuste (Cáceres), cargo que, según la tradición alcantarina, rechazaría. Este año se le retira la autorización para continuar con su vida eremítica y se le nombra Comisario General de los Conventuales Reformados.
1559. Publica en Lisboa su Tratado de la oración y meditaci´n. Por amistad con los condes de Oropesa (Toledo) recibe los conventos de San Juan Bautista de la Viciosa y Nuestra Señora del Rosario, ambos en el término municipal de esta localidad toledana.
1560. Encuentro con Teresa de Jesús en Ávila, adonde había ido para tratar de la fundación de varios conventos, entre ellos el de Arenas; los problemas que surgen para llevar adelante esta úlltima fundación le ocupan gran parte de los dos próximos años en los que pasa gran parte de su vida en la localidad arenense.
1562. Muere en Arenas y fue enterrado en la ermita que los cofrades de san Andrés del Monte habían donado para fundación alcantarina. Dicho lugar es hoy conocido como santuario de San Pedro de Alcántara.
1622. Es beatificado y la localidad de Arenas lo toma como Patrón y, tras su canonización en 1669, el municipio incorpora al nombre de la localidad el del santo pasando desde entonces a ser Arenas de San Pedro.
De entre los rasgos de la personalidad de san Pedro de Alcántara queremos destacar los siguientes:
Es una localidad de unos siete mil habitantes que pertenece a la provincia de Ávila. En la Edad Media era conocida por sus minas de hierro como Arenas de las Ferrerías. Está situada en la falda sur de la Cordillera Central, junto al macizo de Gredos; las aguas de sus gargantas vierten al río Tiétar. En los primeros momentos de la Reconquista perteneció al alfoz de Ávila, pero se le concedió carta de villazgo en 1393; sin embargo, dos años después, por la situación geográfica del valle del Tiétar el valido de don Juan II consiguió que el rey se la donase como señorío, por lo que el condestable Ruy López Dávalos erigió en ella una fortaleza. Al caer en desgracia, en 1423, se le arrebataron las posesiones y la localidad de Arenas pasó al conde de Benavente, quien se la donó a su hija doña Juana de Pimentel, la cual se casó con don Álvaro de Luna. figura cumbre de la política castellana tras la caída del condestable Dávalos.
La suerte de don Álvaro fue acaso peor que la de su antecesor ya que murió decapitado en el patíbulo. Este cambio en la vida de estas dos figuras -de lo más alto del poder pasan a la pobreza y a la muerte- fue utilizado por los dramaturgos barrocos para ejemplicar con sus vidas una de las ideas básicas del XVII de clara procedencia medieval, la mutabilidad de la fortuna. Las obras más conocidas son La próspera fortuna de don Álvaro de Luna y La Adversa Fortuna de don Álvaro de Luna. Estas obras, que en la actualidad se cree que son de Mira de Amescua, aparecieron publicadas en la colección de la Segunda parte de las Comedias del maestro Tirso de Molina, Madrid, 1635; me interesa señalar que en esta edición el título completo de la primera obra es Próspera fortuna de don Álvaro de Luna y Adversa de Ruy López Dávalos. Estas obras se pueden encontrar en el sitio de Internet COMEDIA entre las obras de Antonio Mira de Amescua.
Además de la estancia y muerte de San Pedro en esta localidad, en la que, aunque sólo lo cite expresamente casi al final de la obra, debe situarse, lógicamente, la tercera jornada de la comedia de Juan Pérez de Montalbán, conviene añadir que en el siglo XVIII, en 1770, se establece en la villa el infante don Luis Antonio de Borbón y Farnesio, hermano del rey Carlos III, como consecuencia de las medidas que el Monarca había tomado para que los herederos del Infante no pudiesen tener derecho a la Corona. Don Luis mandó edificar un palacio grandioso del que, por sus elevados costes y por la pronta muerte del Infante, sólo se construyó la mitad.
El carácter ilustrado de don Luis se advierte por el hecho de que se rodeó de artistas de extraordinario talento o los hizo llamar para trabajar para él; así destacamos la presencia de Luis Boccherini como músico de cámara y la presencia en Arenas del pintor Goya, en dos ocasiones, para pintar diversos cuadros de los miembros de la familia del Infante; el más importante de todos ellos La familia del Infante don Luis de Borbón se encuentra en la Fundación Magnani-Roca, en Parma, Italia; varios de ellos están en la actualidad en el Museo del Prado de Madrid; una serie de seis cuadros pequeños sobre la detención del bandido Maragato está en el Art Institute, de Chicago, y un retrato de la mujer del Infante, doña María Teresa de Borbón y Vallabriga está en la National Gallery de Washington.
En este siglo bajo la protección regia se construyó en el convento de San Pedro de Alcántara una magnífica capilla con planos del arquitecto del palacio real de Madrid, Ventura Rodríguez para albergar en una rica urna, de pórfido, los restos del santo.
En la actualidad Arenas de San Pedro sigue siendo el centro comarcal del Valle del Tiétar abulense y es un foco de atracción turística ya que, además del bello entorno natural que ofrece la sierra de Gredos, posee unas cuevas de estalacticas y estalagmitas, descubiertas en los años sesenta, que se distinguen de las demás por su fuerte cromatismo.
Para un conocimiento más completo puede verse la bibliografía siguiente: Eduardo Tejero Robledo, Arenas de San Pedro, La Andalucía de Gredos, S.M. Madrid, 1974; AA.VV. Gredos, La sierra y su entorno, MOPU, Madrid, 1990; Fulgencio Castañar, Conozca el Valle del Tieacute;tar, Ediciones La Vera, Jaraíz de la Vera, 1995; E. Tejero Robledo, La villa de Arenas en el siglo XVIII (El tiempo del infante don Luis), Diputación Provincial de Ávila, Avila, 1998.
III. LAS BARCAS DEL RÍO TIÉTAR
El río Tiétar es uno de los principales afluentes del Tajo por la derecha; se alimenta de las numerosas gargantas que bajan hacia el sur desde la cordillera Central y en su curso se forma un valle natural que si bien en la antigüedad tuvo un carácter unitario por ser tierra de los vettones, un pueblo celta, en la actualidad está divido en dos comarcas que han tenido una historia diferente. A partir de finales del siglo XII, en plena Reconquista, el vallse natural del Tiétar pasó a pertenecer a dos ciudades que eran baluartes defensivos contra los ataques de los musulmanes, Plasencia y Ávila. De ahí que la zona oriental pertenezca hoy a la provincia de Ávila y la occidental a la de Cáceres, en Extremadura. La zona abulense -de Ávila- es conocida hoy como el Valle del Tiétar, mientras que la zona que perteneció a Plasencia conserva el mismo nombre medieval, La Vera, un nombre, a nuestro parecer de origen prerromano que significaría "tierra de gargantas".
El río Tiétar atraviesa una planicie levemente inclinada hacia el oeste por lo que su curso, de este hacia poniente, es de una anchura que aumenta a medida que el río avanza y en su curso recibe las gargantas de La Vera que en la época del deshielo van muy crecidas. Esta dimensión del río es lo que ha impedido que en su curso se erigiesen puentes en la antigüedad y para cruzarlo se ha recurrido a las barcas.
Estas embarcaciones, una serie de tablas atadas a varios troncos de forma tosca, han existido hasta este siglo XX, de forma que cuando Pedro A. de Alarcón en el último tercio del siglo XIX, y Miguel de Unamuno y otros miembros de la generación del 98 a principios del siglo XX van a conocer Yuste han de atravesar el río a caballo por los vados o en las barcas ya que éstas servían para el traslado de mercancías y de ganados. Recuérdese que en Yuste, un lugar de La Vera, está situado el antiguo monasterio de los jerónimos al que se retiró el emperador Carlos I en 1556 tras abdicar en su hijo Felipe II. El único puente que existía se construyó en el siglo XVIII, en el término municipal de Arenas de San Pedro, para facilitar la llegada al santuario de San Pedro a las personas de la nobleza que peregrinaban en carruajes.
Conviene no olvidar que por el puerto del Pico cruzaban la sierra en busca de los pastos del sur numerosos rebaños de ganados que tenían que cruzar el río y lo hacían por las barcas de Arenas con lo que éstas se convertían en una fuente de ingresos, junto al montazgo, para el señor de esta localidad.
Es esta forma tradicional de pasar el río por lo que escoge Pérez de Montalbán la alusión al Tiétar en un pasaje de la Segunda Jornada. Sin embargo el río no está próximo a Alcántara con lo que su alusión en la obra no tiene una explicación realista ya que nada justifica la presencia de Dorotea, una labradora del mismo pueblo en que había nacido el santo, en las proximidades de este río. Si tenemos presente que al final de la Primera Jornada se produce el milagro de la barca, pese a que no está localizado en ningún río concreto, sería un error geográfico y biográfico ya que fray Pedro de Alcántara no tendría relación con el Tiétar hasta años posteriores. Junto al río Tiétar fray Pedro hizo en los últimos años de su vida una fundación femenina, el convento de Nuestra Señora del Rosario, en el municipio de Oropesa (Toledo). Relacionado con este convento hay una tradición local de Candeleda, pueblo de Ávila al que está próximo el convento, que habla de un milagro en la forma de cruzar el río; sin embargo, el hecho se atribuye, en la Edad Media, a un monje cisterciense, Bernardo, que hacía vida retirada en una ermita situada en la otra zona de la ribera, concretamente en lo que se ha descubierto que fue, por unas aras votivas dedicadas al dios Vaélico, un antiguo lugar sagrado de los vettones. De este monje se cuenta que habría cruzado el río de forma milagrosa sobre la capa de su hábito en alguna ocasión en que había ido a decir misa al convento de las religiosas situado en la otra margen del río.
Para entender la presencia del paso del rílo de una forma milagrosa en la obra, conviene tener presente que este tipo de fenómeno se atribuye a fray Pedro con relativa frecuencia, según nos relata el P. Ángel Barrado en su biografía del Santo:
14 de septiembre 1998
Texto electrónico por Vern G. Williamsen
y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud