EL DESDICHADO EN FINGIR

Juan Ruiz de Alarcón

Texto basado en la edición príncipe en PARTE PRIMERA DE LAS COMEDIAS DE DON JUAN RUIZ DE ALARCÓN (Madrid: Juan González, 1628). Fue preparado por Vern Williamsen y luego pasado a su forma electrónica en 1998.


Personas que hablan en ella:


ACTO PRIMERO


ARSENO, con botas y espuelas; ARDENIA, teniéndolo
ARDENIA: ¿Por qué te quieres partir, y que yo sin alma quede? ARSENO: Con un príncipe, ¿quién puede, Bella Ardenia, competir? ARDENIA: El príncipe para mí Tú solamente lo eres. ARSENO: Bien conozco las mujeres. ARDENIA: Y yo, fementido, a ti; Que por partirte condenas Sin culpa mi firme pecho. ARSENO: ¡Qué dellas en vano han hecho juramento de ser buenas! ARDENIA: No habrán arresgado el bien que yo, Arseno, al quebrantallo. ARSENO: Al que más merece, hallo que lo quebranten más bien. ARDENIA: Pues dime, ¿qué puede haber que te dé satisfacción? ARSENO: Tener de ti posesión. ARDENIA: Será en siendo tu mujer. ARSENO: ¿Cuándo tanto bien aguardo? ARDENIA: Estorbos deja pasar. ARSENO: No sufre tanto aguardar el vivo fuego en que ardo. ARDENIA: Mi fe que vivas pretende si alarga la conyutura, porque no estará segura vida que a un príncipe ofende. ARSENO: Si tú quieres, lo ha de estar. ARDENIA: Si él me quiere, no lo está. ARSENO: ¿Pues cuándo no te querrá? ¿Eres tú para olvidar? ARDENIA: El tiempo es bastante medio para apagar mayor llama. ARSENO: Al fin de la que me inflama el aguardar no es remedio. ARDENIA: Pues mira tú lo que quieres. ARSENO: Sal de tu tierra conmigo. ARDENIA: Perderé mucho contigo; que es de livianas mujeres. ARSENO: Lo que alcanza mi porfía, ¿puede conmigo infamarte? ARDENIA: Puede al menos avisarte de que con otro lo haría. ARSENO: No siendo tu amor menor, no culpará tu fineza. ARDENIA: Si la fineza es bajeza, no la disculpa el amor. ARSENO: Si cuando tanto me ama tu pecho, al honor te mides, ¿cómo al Príncipe no impides que te destruya tu fama? ARDENIA: ¿Qué ofende su pretensión A quien bien su honor defiende? ARSENO: Al príncipe que pretende da el mundo la posesión. ARDENIA: Si solo su intento daría, ¿Quién podrá impedir su intento? ARSENO: ¿Ves cómo mi pensamiento, enemiga, no se engaña? ARDENIA: ¿Por qué no se engaña? ARSENO: Es llano; que al fin ha de ser vencida la mujer que es pretendida. ARDENIA: ¿Luego nadie espera en vano? ARSENO: Nadie, si intentar le dejan. ARDENIA: ¿Y mil mujeres diamantes, de quien sus firmes amantes en,las historias se quejan? ARSENO: Vencieron porque no dieron a los intentos lugar, y a recebir y escuchar sin manos y sordas fueron. ARDENIA: Si en eso no más consiste, vencedora me verás. ARSENO: Contradiciéndote vas. ARDENIA: ¿Cómo? ARSENO: ¿Agora no dijiste que quién le podrá estorbar al Príncipe tal intento? ARDENIA: Llamo intento al pensamiento, no a la obra de intentar. ARSENO: Si entra el Príncipe en tu casa, mal puedes no darle oído. ARDENIA: Sí yo tuviera marido, no pasara como pasa. ARSENO: Si merecerte pensara, presto marido tuvieras. ARDENIA: Seráslo como tú quieras. ARSENO: Quiero, aunque el vivir costara. ARDENIA: Pues mientras a eso los cielos muestran ocasión y día, aun darse traza podría para asegurar tus celos. ARSENO: Dime cuál. ARDENIA: Pensarla quiero, Arseno mío, más bien. Con la, noche oscura ven; que a la ventana te espero, y pensada la tendré. Vete agora; que vendrá Mi padre de fuera ya. ARSENO: Queda a Dios. ARDENIA: ¿Vendrás? ARSENO: Vendré.
Vanse y salen PERSIO y TRISTÁN, de noche, con una linterna encendida
TRISTÁN: ¿Tan enamorado estás, y en verla te estrenas hoy? PERSIO: Tan enamorado estoy, y una vez la vi no más. TRISTÁN: A purgar pienso que vienes aquel delito pasado. PERSIO: ¿Cuál delito? TRISTÁN: Haber burlado a Celia. PERSIO: Donaire tienes. ¿De qué sacas que a pagar delitos pasados vengo, si sabes, Tristán, que tengo Dichosa estrella en amar? TRISTÁN: Es verdad--mas eso ha sido cuando rico; hoy no lo estás, y así dorar no podrás vos virotes a Cupido. PERSIO: En la conquista presente dinero no es menester, que es muy rica esta mujer, sino dicha solamente. TRISTÁN: ¿Que es muy rica? PERSIO: Un su vecino largo de eso me ha informado y que es de linaje honrado. TRISTÁN: ¿Y dura tu desatino? PERSIO: Y aun se aumenta mi esperanza. TRISTÁN: ¿Y aun se aumenta? ¡Ay de ti triste! Parece que ayer naciste, pues tu experiencia no alcanza que para vencer la rica es menester más tesoro; que es como pimienta el oro, que al que más come más pica. PERSIO: Poco se pierde en probar. TRISTÁN: Dios lo haga. PERSIO: ésta es la casa. Alumbra, a ver lo que pasa. TRISTÁN: Déjate de enamorar, y intenta, si te parece, una plaza de criado. PERSIO: Calla, necio; que al osado la Fortuna favorece. TRISTÁN: También de empresas como éstas he visto, y tú habrás oído, que algún osado ha salido con muchos palos a cuestas. PERSIO: Eso suele suceder al vil que alturas pretende, que a la calidad ofende solamente en pretender; mas siendo yo caballero, mi amor a Ardenia no ultraja, pues sabes que más ventaja no me lleva que el dinero. TRISTÁN: Como de ser a no ser es la ventaja, y lo fundo en que sólo tiene el mundo un linaje, que es tener. PERSIO: La ventana abren, Tristán. TRISTÁN: ¿Quieres llegar? PERSIO: No; que quiero espiar y ver primero por dónde estas cosas van. Pongámonos en espía, veremos qué amantes tiene. Quien a sí no se previene, inciertos sus pasos guía. Nunca el médico ordenó el remedio sin tomar el pulso. TRISTÁN: Bien puedo dar testimonio de eso yo. PERSIO: ¿Cómo? TRISTÁN: Fui a llamar un día para un enfermo un doctor, y él, sin saber el dolor o enfermedad que tenía, me dijo, "Mientras se ensilla mi mula, mancebo, id, y que le sangren decid; Que yo voy luego." PERSIO: La silla De su mula merecía tal doctor.
Salen ARDENIA, a la ventana con un papel, e INÉS. PERSIO y TRISTÁN, en la calle
ARDENIA: Con este enredo Pienso, Inés, que guardar puedo del Príncipe la honra mía, y asegurar a mi bien. INÉS: A mucho te obliga amor. TRISTÁN: Ya hay penitentes, señor: cubre esa linterna bien. PERSIO: No temas que vernos pueda.
Salen ARSENO y SANCHO, de noche. ARSENIA e INÉS, a la ventana; PERSIO y TRISTÁN, retirados
ARSENO: Solitaria noche mía, dejadme ver a mi día. Sancho,. en esa esquina queda, y avisa en viniendo gente; que es un príncipe el contrario. SANCHO: El es caso temerario, que un pobre soldado intente a un gran príncipe oponerse.
Apártase SANCHO, y llégase a la ventana ARSENO
ARSENO: Ardenia... ARDENIA: Arseno... ARSENO: Señora, aquí un alma que os adora en su gloria llega a verse. ARDENIA: Escucha.
Hablan en secreto y habla TRISTÁN aparte a su amo
TRISTÁN: Ve lo que pasa. Llega a enamorar, señor. Por dicha hallará tu amor desocupada la casa. PERSIO: ¡Bien lo entiendes! TRISTÁN: Bien lo entiendo. PERSIO: Agora empieza a crecer la esperanza de tener el dulce fin que pretendo. Su liviandad y mudanza han de admitir mi cuidado, y esta liviandad me ha dado de que otras hará, esperanza. TRISTÁN: No es una mujer liviana por un amor. PERSIO: Es verdad; mas, doncella, ¿es liviandad que a tal hora dé ventana? ARDENIA: Con esta traza, señor, Tu recelo se asegura. ARSENO: Es sin igual mi ventura, Y muestras, mi bien, tu amor. PERSIO: (Yo quiero pasar, Tristán, Aparte y tanta gloria estorbarle, y ver de camino el talle de este dichoso galán.) TRISTÁN: ¿Pues piensas dalle en la cara con la luz? PERSIO: Sí; que ése ha sido el fin de habella tenido encendida. TRISTÁN: Pues prepara la espada; que sucedió alguna vez--yo lo vi--, por dar con la luz así, gran pesadumbre PERSIO: Ya yo, Desde que me enamoré, la espada, el pecho, la vida, tengo a todo apercibida. TRISTÁN: Ya yo mi espada tenté. ARDENIA: Gente viene. Ese papel
échale un papel y cae al suelo, y no lo levanta ARSENO
toma, y sí algo se te olvida de la traza referida, escrita va toda en él. Estima el renglón postrero, que es la firma de mi amor. SANCHO: Que viene gente, señor. ARSENO: Adiós. ARDENIA: Mañana te espero.
Quítanse de la ventana ARDENIA e INéS
ARSENO: (Si me han visto aquí parado, Aparte y es del Príncipe esta gente, tengo la muerte presente... pero ya el remedio he hallado.) Caballeros... PERSIO: ¿Qué mandáis? TRISTÁN: (¿No lo dije yo?) Aparte ARSENO: Querría que me deis, por cortesía, si muy de priesa no vais, esa luz para buscar cierto papel que he perdido, y ha rato que en vano ha sido sin ella el quererlo hallar. Saquélo revuelto a un lienzo, y aunque sé que aquí cayó, no sé dónde lo llevó el viento. PERSIO: (A enredar comienzo. Aparte De Ardenia es este papel, y que he de cogerlo fío en mi industria; que este mío haré que lleve por él.)
Saca un papel y finge que lo levanta del suelo, y dalo a ARSENO
En una ocasión tan buena me huelgo de haber llegado, y de haberos aliviado, hallando el papel, la pena. Veislo aquí. ARSENO: Dios haga bien a vuestras cosas y a vos. PERSIO: Dios os guarde. ARSENO: Guárdeos Dios. PERSIO: Trístán, vamos. ARSENO: Sancho, ven. SANCHO: Vamos, y lleva estudiado lo que a Celia has de decir; que es tarde y ha de reñir. ARSENO: Diré que jugando he estado.
Vanse ARSENO y SANCHO
TRISTÁN: ¿No nos vamos, pese a mí? PERSIO: ¿Dio la vuelta? TRISTÁN: Ya la dio, Y las diera mejor yo En la cama ya que aquí. Advierte que canta el gallo, y te tengo que negar si otra vez vuelve a cantar y acostado no me hallo. ¿No ves que no tengo amor, y me hiela el menor frío? PERSIO: El fuego del amor mío puede a entrambos dar calor, escucha un cuento gracioso. TRISTÁN: ¿Qué buscas? PERSIO: Este papel;
Levanta el papel que le echó ARDENIA
que uno mío di por él a aquel galán venturoso. TRISTÁN: ¿Para qué? PERSIO: Ya lo verás. Ten y alumbra.
Da la linterna a TRISTÁN, y él alumbra, y PERSIO abre el papel y lee
TRISTÁN: ¿Pues aquí quieres leer? PERSIO: Tristán, sí; no sufre el deseo más. ésta es letra de mujer, y Ardenia dice la firma. Lo que sospeché confirma. Oye. TRISTÁN: Comienza a leer.
Lee
PERSIO: "Yo tengo un hermano en Roma veinte años ha, llamado Arnesto, a quien de edad de cinco llevó Roberto, hermano de mi Padre, yendo a servir al cardenal Coloma de mayordomo. Este hermano dirás que eres, y que te vienes por haber muerto nuestro tío; que los muchos años de ausencia, la mudanza de niño a hombre, y la corta vista de mi viejo padre aseguran el no ser conocido; y con esto viviremos seguros del Príncipe, dándome primero palabra de esposo, que desde luego te doy de esposa. Tu Ardenia." TRISTÁN: ¿Qué le dices al papel? PERSIO: Digo, Tristán, que mañana cumpliré de buena gana lo que ordena Ardenia en él. TRISTÁN: ¿Cómo? PERSIO: Mañana he de ser hermano de la que adoro, y ella, su casa y tesoro han de estar en mi poder. Yo ¿no soy recién venido A esta corte? Pues di, ¿quién fingir puede esto más bien, o ser menos conocido? ¡Vive Dios, que he de engañalla, Tristán, con su mismo engaño TRISTÁN: Es atrevimiento extraño. PERSIO: Sígueme, ayúdame y calla. TRISTÁN: él es mucho aventurar. PERSIO: ¿Yo no tengo este papel della firmado? Pues él de todo me ha de sacar. Tres mil ducados tendré de renta desde mañana; y de mi querida hermana, si puedo, al fin gozaré. TRISTÁN ¿De modo que, a buena cuenta, este papel te ha valido gozar de la que has querido, y gastar tres mil de renta? ¡Oh más que santo papel, que escribió un ángel hermoso! ¿Cuál fue el papel venturoso Que diste al galán por él? PERSIO: Verélo; pero seguro puedes tener confïanza de que no ha sido libranza.
Recorre los papeles de la faltriquera
TRISTÁN: Ni privilegio de juro. PERSIO: ¿Sabes cuál era? Un romance en que a Montano escribía la historia de Celia y mía. TRISTÁN: Suma el recibo y alcance. El poeta eres primero que por coplas enriquece. Mas ¿sabes qué me parece? PERSIO: ¿Qué? TRISTÁN: Que llevas mal agüero en que principio haya dado a este caso la poesía. PERSIO: Calla, necio: ¿en la porfía del vulgo ignorante has dado? TRISTÁN: Llegado nos ha al mesón La plática sin sentir. PERSIO: Esta noche no hay dormir. TRISTÁN: ¿Pues qué? PERSIO: Estudiar la lición. TRISTÁN: ¿Qué lición? PERSIO: Este papel de memoria has de tomar; que mañana se ha de dar a mi padre cuenta dél. TRISTÁN: ¿Ya es tu padre? PERSIO: Ya lo es, Y ya soy Arnesto yo. TRISTÁN: ¿No Persío ni Julio? PERSIO: No. TRISTÁN: Con éste en seis meses, tres nombres ya mudado habrás. El uno, de Celia huyendo; el otro, a Ardenia siguiendo. PERSIO: Dudo en cuál acierto más.
Vanse. Salen ARSENO, SANCHO, y CELIA, con una luz
ARSENO: Para venir descontento de perder lo que tenía, ¿es bueno, por vida mía, Celia, este recebimiento? CELIA: ¡Y dar, es bueno también, amargos días con celos, Negras noches con desvelos y con sospechas, a quien con su hacienda os ha entregado la libertad, como veis! ARSENO: No muy de balde lo hacéis con quien palabra os ha dado de marido. CELIA: ¿Y qué diez mil ducados de renta gano con alcanzar vuestra mano, sino ese cuerpo gentil? ARSENO: Pues si tan poco ganáis en que yo la mano os dé, la palabra os soltaré, si también me la soltáis. CELIA: Cuando veis que me he empeñado ¡eso de vos a oír vengo! ¿Conocéis que amor os tengo, y arrojáisos confïado? ARSENO: Pues si me tenéis amor, sufridme, así Dios os guarde; que venir un poco tarde no es agora tanto error para levantar tal fuego. Idos, señora, a acostar; que yo tengo que rezar, y a veros entraré luego. CELIA: (En celos mi pecho arde.) Aparte
Vase CELIA
ARSENO: ¿Entróse ya? SANCHO: Ya se ha entrado; Pero por Dios que has andado --Y perdóname--cobarde. . . Si has de ir mañana a vivir con la que adorando estás, ¿Por qué, di, perdido has esta ocasión de reñir y descompadrar del todo? ARSENO: Por Dios, que me ha acobardado ver que me tiene obligado Celia por tan noble modo. Tú sabes la gran pobreza con que a esta corte llegué; de Celia me enamoré, pagó mi fe con firmeza, dile de esposo palabra, y sólo sobre esa prenda me da su casa y hacienda: esto ¿en qué piedra no labra? SANCHO: Pues ¿y Ardenia? ARSENO: Ardenia, amigo, es el bien de mi memoria, es el centro de mi gloria y el claro norte que sigo. SANCHO: ¿Ha de ser tu esposa? ARSENO: Sí, aunque muriese por ella. SANCHO: Pues, ¿y Celia? ARSENO: Entretenella como lo hice hasta aquí. ¿Sabes ya lo que has de hacer Mañana? SANCHO: Que he de alquilar dos mulas y he de buscar dos maletas, y has de ser Arnesto, y vienes de Roma; que eres hijo de Justino, y de Roberto sobrino, que del cardenal Coloma en el servicio murió. ARSENO: Diestro estás; mas por ver muero deste papel lo postrero que mi Ardenia me mandó que estimase, por ser firma
Desdobla el papel
de su amor. ¡En verso viene! ¿Esta gracia también tiene mi bien? SANCHO: Su ingenio confirma.
Lee
ARSENO: "Oid, amigo Montano, Los sucesos de un poeta. . ."
Sale CELIA, que se asoma a la puerta a espiar. Se quedan ARSENO y SANCHO, sín verla
CELIA: (No sosiega el alma inquieta. Aparte Ved si me recelo en vano. Un papel está leyendo.) ARSENO: Ni estilo ni letra, amigo, son de mujer. SANCHO: Yo tal digo. ARSENO: ¿Qué puede ser? SANCHO: No lo entiendo. CELIA: (Celos me dan cruda guerra.) Aparte SANCHO: Lee algunos versos más.
Lee
ARSENO: "En seis meses que ha no más que Dios me trajo a esta tierra. . ." SANCHO: Señor, el caso he entendido. allá dejaste el papel. Y éste tomaste por él. ARSENO: Eso lo cierto habrá sido. SANCHO: No importa, pues diestro estás en la traza que traía. ARSENO: Lo postrero no sabía, que es lo que estimaba más. CELIA: (¡Qué consultas! ¡Qué debates!) Aparte ARSENO: Amigo Sancho, ¿qué haremos para que el papel hallemos? SANCHO: ¿Es hora que de eso trates? CELIA: (Ya no lo puedo sufrir.) Aparte
Sale CELIA y se dirige a Arseno
Traidor, ¿son éstas las horas en que rezas y en que adoras?
Quítale el papel
ARSENO: ¿Vuélvesme ya a perseguir? CELIA: He de leer el papel, o la vida ha de costarme. ARSENO: Si con eso has de dejarme, toma y abrásate en él. ¿Pensabas que era billete de dama? CELIA: Yo lo veré. SANCHO: Sin razón tu enojo fue. CELIA: ¿Osaís hablarme, alcahuete?
Lee
"Oid, amigo Montano, los sucesos de un poeta. En seis meses que ha no más que Dios me trajo a esta tierra. Libre y descuidado andaba, Cuando en Dios y en hora buena Con una dama encontré. . ." Arseno, ¿qué dama es ésta? ARSENO: El papel lo dirá. Lee.
Lee
CELIA: "De buen talle, cara y prendas. Al fin, toda me agradó." Y tú, di, ¿agradaste a ella? ARSENO: El papel lo dirá. Lee.
Lee
CELIA: "Informéme de quién era. . ." Yo juro que no te quede, Arseno, por diligencia. "Y que era doncella supe. . ." ¿Qué se te da que lo sea? Dále, como a mí, palabra. ARSENO: Celia, por Dios, que estás necia. ¿Cómo sabes que soy yo de quien este papel reza? CELIA: El papel lo dirá. Leo. "Y que era su nombre Celia." ARSENO: ¿Cómo? CELIA: ¡Pues ya anda mi nombre en coplas, señor! ¿No vieras que habiendo de ser tu esposa, es bien que buen nombre tenga? ARSENO: ¿No hay más Celias que tú? CELIA: No, para Arseno no hay más Celias; y concurren muchas cosas para que negar no puedas.
Habla SANCHO aparte a ARSENO
SANCHO: Señor, ¿qué puede ser esto? ARSENO: Un confuso mar me anega.
Lee
CELIA: "Sabe Dios que temblé todo a la palabra doncella; mas al fin acometí, que mi antigua maña es ésta."
Habla ARSENO aparte a SANCHO
ARSENO: Sancho amigo, vive Dios, que este papel es de Ardenia, que ha sabido ya esta historia, y así la venganza ordena.
Lee
CELIA: "Fui admitido, entré en su casa, rica, adornada y compuesta. ra su guarda una tía, Julia en nombre, en años vieja." ¿Hay más Celias que yo, Arseno? ¿Cómo agora no lo niegas? ¿No reza de ti el papel? ARSENO: (¡Que así me castigue Ardenia!) Aparte
Lee
CELIA: "Era una vieja Creusa lo que llaman de honor dueña, criadas Celia y Dorísta, y el escudero Perea, un gato manso de Roma y una perrilla faldera." ¿También era fuerza darle cuenta de estas menudencias? ARSENO: (¿Quién tan por menor habrá Aparte informado de esto a Ardenia?)
Lee
CELIA: "A pocos días y lances Amor a los dos concierta a futuro casamiento: ¿Qué no hará quien desea?" ¿De manera que el deseo de gozarme os hizo fuerza, y no el merecerlo yo? ARSENO: (¡Que Ardenia esto también sepa!) Aparte
Lee
CELIA: "Dímonos los dos palabras, que son no costosas prendas, y para engañar las bobas, industriosas alcahuetas." ¡Bien descubrís vuestro pecho! ¿Y vos me vendéis nobleza? Al fin, ¿que habéis de engañarme? No ha de ser de esa manera; que hay Dios, leyes y justicia. ARSENO: (¿Quién no pierde la paciencia?) Aparte CELIA: ¿Este pago dan los hombres Tras de tantas obras buenas? ¿De esto sirve el regalaros con mi casa y con mi hacienda? Si mi honor os entregara, ¡buena quedara de necia! ARSENO: ¿No dice más el papel? CELIA: Sí dice; pero ¿qué enmienda puede tener lo que ha dicho?
Quítale el papel ARSENO y lee
ARSENO: Deja que todo lo lea; Que estoy loco, y quiero ver Qué es lo que en el fin se encierra. . . (Que por firma de su amor Aparte Estimar me mandó Ardenia.)
Lee
"Al fin, sobre mi palabra me dio, lo que llaman ellas su honra, y lo que solemos llamar la flor los poetas." ¡Yo, Celia, no te he gozado! Esto de otro dueño reza. CELIA: En lo que mi queja fundo ¿quieres fundar tu defensa? Si te alabas sin gozarme, si me gozaras, ¿qué hicieras? ARSENO: Bien lo riñes. Mas aguarda; que va adelante la letra.
Lee
"En habiéndole gozado, conocí la diferencia que hay del dudoso deseo a la posesión quieta. Canseme, y a pocos días ;a dejé burlada y necia." ¡Yo, Celia, no te he dejado! CELIA: Escribes lo que hacer piensas.
Lee
ARSENO: "Y para vivir seguro de que me siga y me prenda, me he mudado el propio nombre." ¿Yo he mudado el nombre, Celia? Esto otras historias toca. Ya cobro nuevas sospechas. CELIA: En mi casa eres, Arseno, y no sé si fuera de ella te lo has mudado. ARSENO: Bien dices.
Lee
"Y el que antes Persio era. . ." CELIA: (¡Ay Dios!) Aparte ARSENO: Pues ¿qué Persio es éste que colores diferencias? CELIA: Si. . . ARSENO: No tienes que alegar; que ésta no es la vez primera que de este Persio he oído murmurar algo en tu ofensa. Quien esto de sí sabía, ¿Con tan animosa lengua me ofendía y agraviaba, como si razón tuviera? CELIA: Tú, falso, tú por dejarme estos engaños ordenas. ARSENO: ¿Que aún animas tus enredos? Una mujer ¿qué no intenta?
Sale PEREA
PEREA: ¡Cuando ya los gallos cantan, anda esta casa en pendencias! ¿Qué es esto, Sancho? ¿Qué es esto? SANCHO: Es el demonio, Perea. Oíd y ved y callad. PEREA: Eso me mandó mi abuela.
Lee
ARSENO: "Agora me llamo Julio. Éstas son, señor, las nuevas que os puede dar este amigo de esta corte de Bohemia." CELIA: (¡Ah Persio! ¿No te bastara Aparte hacerme sola una ofensa?) ARSENO: Celia, quédate con Dios, y haga el cielo que te veas desde tu Persio vengada. Yo no trato de mi afrenta; yo te perdono mi agravio, y sólo en su recompensa te pido que desde aquí ni me sigas ni me quieras. Donde acaso me encontrares, cual sí no me conocieras, ni me mires con tus ojos, ni me nombres con tu lengua. CELIA: ¿Dónde te vas a estas horas, Arseno? Señor, espera. Hola, Perea, tenedlo: No dejéis que abra las puertas. SANCHO: En eso no se pondrá, si quiere vivir Perea. PEREA: Pues ve; que quiero vivir Como si agora naciera.
Vanse. Salen PERSIO y TRISTÁN, de camino, y JUSTINO. Después, ARDENIA e INéS
JUSTINO: Vengáis muy enhorabuena, hijo de mi corazón; que llegáis con ocasión que aliviáis mucho mi pena. La muerte de vuestro tío, mi hermano, en el alma siento; pero vuélvela en contento el gozaros, hijo mío.
Sale ARDENIA
ARDENIA: ¿Que vino mi hermano Arnesto? Al cielo mil gracias doy. PERSIO: (¡Cuán otro que piensa, soy!) Aparte TRISTÁN: (¡Aquí es Troya!) Aparte ARDENIA: Mas ¿qué es esto? JUSTINO: Dale a tu hermana los brazos. PERSIO: Hermana del alma mía, ¿posible es que llegó el día de gozar de estos abrazos? ARDENIA: (¡Cuán otros los esperaba!) Aparte
Sale INÉS
INÉS: ¿Que vino ya mi señor? TRISTÁN: (Ya yo también tengo amor.) Aparte INéS: (Mas no es el que yo pensaba.) ¿Qué es esto, señora? ARDENIA: Es lo que mi suerte ha ordenado. Mí hermano, que hoy ha llegado porque hoy me dañaba, Inés, menester es dar aviso a Arseno de lo que pasa. INÉS: ¿Cómo o dónde, si su casa jamás declararnos quiso? TRISTÁN: (Todo el mundo se entristece.) Aparte INÉS: Si él tardara más de un día otro hospedaje hallaría. ARDENIA: Dios lo quiere así. PERSIO: Parece que os habéis entristecido. Si es porque mal talle tengo, a ser vuestro hermano vengo, que no vengo a ser marido. Hasta aquí mí condición, hermana, no la sabéis, en sabiéndola, veréis que alegraros es razón. En mí no es de esa manera; que tal me habéis parecido, que mejor a ser marido que a ser hermano viniera. JUSTINO: No te espantes, hijo Arnesto de lo que en tu hermana ves; que es condición, y en un mes no le veo alegre el gesto. Entra agora a descansar, y mientras otra se aliña, mi cama o la de esa niña reposo te pueden dar. PERSIO: En vuestra cama será; que si no me da mi hermana la vista de buena gana, menos la cama dará.
Vase JJUSTINO
INÉS: Háblale; que algún indicio cobrará contra tu fama. ARDENIA: Ardenia, su vista y cama están a vuestro servicio; y no os espante si así, con ser mi hermano, me extraño; porque para mí es extraño lo que en mi vida no vi.
Vase
PERSIO: Bien lo entiendo. TRISTÁN: ¡Bueno va! ¡Vive Dios que la han tragado! PERSIO: ¿Ves como el haber hallado ventura en buscarla está?
Vase
TRISTÁN: ¿Oye, señora doncella? en mi amo a su señora le vino un hermano agora; en mí, ¿ qué le viene a ella? INÉS: Paréceme que me viene. . . TRISTÁN: ¿Qué le viene? INÉS: Un majadero. TRISTÁN: Por ser eso lo primero que me habla, perdón tiene, porque de los desposados la primera es necedad. INÉS: ¡Desposados! En verdad que estábamos remediados. ¿No ven qué honrado marido? TRISTÁN: ¿Oye? En tocándome en eso, saldré de medida y seso. mas yo la culpa he tenido; que si yo no me abatiera y a una vil mozuela hablara, ni se me desvergonzara, ni el respeto me perdiera. Mas no sabe quién yo soy. INÉS: ¿Qué más que un crïado eres? TRISTÁN: Poco sabéis las mujeres. Mas por ser crïado, ¿estoy de la estimación privado? INÉS: ¿Qué la quita si es o no? TRISTÁN: Y el que a todos honra dio, que fue Adán, ¿no fue crïado? INÉS: ¡Qué gracioso desvarío! TRISTÁN: Pero dejando esto, dama, ¿tenéis aliñada cama al cansado cuerpo mío? INÉS: Una os tengo acomodada. TRISTÁN: Si es la vuestra, sí será. INÉS: A tal señor mal vendrá la cama de una crïada; mas yo por fiadora salgo de que os ha de venir bien ésta que os prevengo. TRISTÁN: ¿Quién dormir suele en ella? INÉS: Un galgo.
Vanse. Salen ARSENO y SANCHO, de camino
SANCHO: Al fin ello se ha de hacer. ARSENO: Echada la suerte está. SANCHO: A la puerta estamos ya. Alto; toco a acometer. ARSENO: ¡Nombre de Dios! Imagino, por las señas, que es aquí.
Sale TRISTÁN
TRISTÁN: ¿Quién llama? ¿Quién está ahí? ARSENO: ¿Vive aquí el señr Justino? TRISTÁN: Aquí vive. ARSENO: ¡Gloria a Dios! ¡Oh casa, que lego a verte! TRISTÁN: ¿Quién sois, que entráis de esa suerte? SANCHO: Quien os puede echar a vos. TRISTÁN: ¿Echar a mí?
Sale JUSTINO
JUSTINO: Pues, ¿qué es esto? ARSENO: ¡Padre y señor de mi vida! Dadme es mano querida. JUSTINO: ¿Quién sois vos? ARSENO: Vuestro hijo Arnesto. JUSTINO: ¿Cómo? TRISTÁN: (Trístán, ¿qué aguardáis? Aparte Quiero avisar a mi amo.)
Vase
ARSENO: ¿Cómo, cuando padre os llamo, de esta suerte os extrañáis? Si os enojáis, padre mío, porque sin licencia vengo, llana la disculpa tengo con la muerte de mi tío. Murió Roberto, y por eso. . . JUSTINO: ¿Estáis loco? ARSENO: ¿Ya debiera un hijo de esta manera recebido. . . JUSTINO: Pierdo el seso.
Salen PERSIO y TRISTÁN
PERSIO: ¿Sois vos, señor, por ventura, Arnesto el recién venido? ARSENO: Yo soy. PERSIO: ¿Y qué os ha movido a emprender tan gran locura? ARSENO: ¿Quién sois vos, que de esa suerte me habláis en mí casa a mí? PERSIO: Arnesto soy, que nací, traidor, para daros muerte. ARSENO: Vos mentís, y en este acero veréis qué sangre lo mueve.
Sacan las espadas y acuchíllanse
JUSTINO: Hijo, tente. PERSIO: ¡A tal se atreve un embaidor embustero!
Salen ARDENIA e INéS
ARDENIA: ¡Ay triste de mí! ¿Que es esto? ARSENO: Si mi padre no estuviera de por medio, yo os dijera si soy embaidor o Arnesto. JUSTINO: ¡Es el Príncipe!
Salen el PRÍNCIPE, CLAUDIO, y criados
PRÍNCIPE: El rüido, pasando yo por ahí, me llamó. ¡Espadas aquí! ¡Desvergonzado! ¡Atrevido! Ya que a ésta cana cabeza el decoro le perdéis, viles, ¿no respetaréis esta divina belleza? Dad las armas. Viejo honrado, ¿esto pasa en vuestra casa? JUSTINO: Esto, gran príncipe, pasa en casa de un desdichado. Oye y el cuento sabrás.
Habla el PRÍNCIPE aparte a [JUSTINO]
SANCHO: Señor, ¿qué habemos de hacer? ARSENO: Ya se erró, no hay que escoger. Lo que el caso enseñe harás. ARDENIA: Llégate a mí Arseno, Inés, Y con recato le di que ya que sucedió así, sufra y no diga quién es; que todo cuanto suceda, como él con vida quede, al fin remediarse puede si a mí la vida que queda. PERSIO: Tristán, hoy has de mostrar cuánto por amarme pones. TRISTÁN: Aunque muera, serán nones. PRÍNCIPE: Caso digno de admirar. JUSTINO: Veinte años que han pasado sin vello, cosa es bien clara que la imagen de su cara en mi memoria han borrado; y también como ha crecido de niño a hombre en la ausencia, de los dos la competencia determinar no he podido. PRÍNCIPE: Es atrevimiento extraño de uno de los dos.
CLAUDIO habla aparte con el PRÍNCIPE
CLAUDIO: Señor, este hombre tiene amor a Ardenia, si no me engaño; que mil veces lo he encontrado paseando por aquí; y aunque antes nunca entendí esto que te he declarado, con lo que hemos visto agora mi cierta sospecha crece. PRÍNCIPE: Y pues ella me aborrece, ¿quién duda que a éste adora? Eso, Claudio, que has pensado es muy fácil de creer, que es galán, ella mujer, ciego amor, yo desdichado. ¿Qué haré, que estoy sin seso? Estoy por darle la muerte. CLAUDIO: Yo temo que desa suerte se empeore este suceso; Que obligarás de este modo a Ardenia, si lo ha querido, a decir que es su marido, y perderásla del todo. PRÍNCIPE: Claudio, aconséjame pues. CLAUDIO: Escucha mí pensamiento.
A INéS
ARSENO: Que haré su mandamiento Responde a mi Ardenia, Inés. SANCHO: Inés, por ti me he perdido. PRÍNCIPE: Cuádrame tu parecer.
Vase CLAUDIO
JUSTINO: Fácil es, señor, saber duál de los dos ha mentido. PRÍNCIPE: Eso está ya declarado; que el que esta noche llegó he visto otras veces yo en corte, y me han informado de que es un loco de atar. Y así del remedio dél trato.
Sale CLAUDIO con un cordel
CLAUDIO: Aquí tienes cordel. TRISTÁN: Tormento nos quieren dar. PRÍNCIPE: Atad a ese loco presto. ARSENO: ¡A mí! ¿Por qué tal rigor? Advertid, padre y señor, Que soy vuestro hijo Arnesto. PRÍNCIPE: ¡Mirad si su tema dura! SANCHO: ¡Arnesto, de esta manera
Atan a ARSENO
nunca de Roma viniera para tanta desventura! PRÍNCIPE: ¿Quién es éste? TRISTÁN: Su crïado. PRÍNCIPE: ¡Triste dél! Ataldo presto. CLAUDIO: De su amo, según esto, la enfermedad le ha tocado. TRISTÁN: Señor, pues ves lo que pasa, pon tu barba a remojar. PRÍNCIPE: Estos dos has de llevar y entregarlos en la casa de los locos. El cuidado encarga de su salud. TRISTÁN: ¡Qué cristiandad! ¡Qué virtud!
A CLAUDIO
PRÍNCIPE: Escucha. ARDENIA: (Aún me he consolado Aparte Pues va donde le veré y hacerle podré regalo. PRÍNCIPE: Un saco muy roto y malo haz que a éste se le dé, y que lo pongan en parte que todo el mundo lo vea, porque esto en Ardenia sea a que lo aborrezca parte. CLAUDIO: Haré tu mandado. Andad. ARSENO: Príncipe, un agravio tal no es de tu pecho real; mas valdrá al fin la verdad.
CLAUDIO y algunos criados del PRÍNCIPE se llevan a ARSENO y SANCHO
PRÍNCIPE: Arnesto, vedme mañana; que esta noche pensaré algo que daros, con que regaléis a vuestra hermana. PERSIO: El cielo guarde, señor, vuestra mano liberal. JUSTINO: Es al fin mano real. PERSIO: (El a Ardenia tiene amor.) Aparte PRÍNCIPE: Quedad, Ardenia, con Dios, y del hermano gocéis los años que merecéis.
Vase
ARDENIA: Para serviros a vos. PERSIO: (En celos quedo abrasado.) Aparte JUSTINO: Entraos, Arnesto, a acostar,. ARDENIA: Inés, venme a desnudar. TRISTÁN: (De buena hemos escapado. Aparte
Vanse

FIN DEL ACTO PRIMERO

El desdichado en fingir, Jornada II


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002