ACTO SEGUNDO


Salen el ANTICRISTO, vestido de rey judío, y ELÍAS FALSO, y acompañamiento de JUDÍOS, con MÚSICA
ELÍAS FALSO: Ya de Babilonia tienes el cetro; ya la corona, de ese cielo breve zona, ciñe tus heroicas sienes. Manda, ordena, y tus deseos tengan el colmo debido, pues tienen ya conocido tu gran poder los hebreos, y pues te dan los paganos, dejando sus ritos viles, la obediencia, y los gentiles desprecian sus dioses vanos. El cristiano solamente te resiste pertinaz; mas, pues no estima la paz, pruebe tu brazo valiente. ANTICRISTO: Con su injusta sangre, Elías, vertida en furiosa guerra, se esculpirán en la tierra las ciertas verdades mías. Mi capitán general te nombro. Ejércitos mueve que al mundo en término breve den terror universal. Lo primero que has de hacer es que se publique un bando en que determimo y mando que a cuantos mi caracter en la diestra o en la frente no trajeren, desde luego se prohibe el agua y fuego y el comercio de la gente. Tras esto a Egipto camina con numeroso escuadrón, y al rey de aquella región a sangre y fuego arruïna. Al de Libia y Etiopia sujeta, destruye y mata; que de gente, de oro y plata y de naves tanta copia te daré, que al duro encuentro de tus armas tiemble el mundo; pues ya del mar el profundo, y ya de la tierra el centro, me rinden cuanto en sus venas tesoro el sol ha engendrado, y cuanto han depositado naufragios en sus arenas. ELÍAS FALSO: Voy a obedecerte. ANTICRISTO: Parte poderoso en nombre mío. ELÍAS FALSO: Pues en tu poder confío, las armas llevo de Marte.
Vase
ANTICRISTO: Agora que mis portentos, por la fama dilatados, aseguran mis cuidados y acreditan mis intentos, comiencen mis apetitos y acabe mi hipocresía. Tú serás, bella Sofía, la primera en mis delitos; que la beldad peregrina de tu rostro soberano me dice que soy humano, pues me vences por divina.
Sale un JUDÍO alborotado
JUDÍO: Santo y celestial mesías, ¿cómo tu poder consiente que en Babilonia...? ANTICRISTO: Detente. Ya sé que de un falso Elías, que contra mí se levanta, las nuevas a darme vienes. JUDÍO: Si tan alta ciencia tienes, y si tienes fuerza tanta, que entiendes los pensamientos, ¿por qué tu deidad permite que un hombre desacredite libremente tus intentos? ANTICRISTO: (Contra éste, que a mi poder, Aparte como está profetizado, hace el cielo reservado, engaños me han de valer.) Amados vasallos mios, y mis aseclas leales, no os perturbe esta tormenta, que es permisión de mi padre. Como sin virtud no hay premio, y no hay virtud sin contrastes, pues el lustre a la vitoria de la resistencia nace, la Providencia divina ordena que se levante este vil pseudoprofeta a desmentir mis verdades, porque así los que me crean, vitorioso premio alcancen; que no merece la fe donde la duda no cabe. Contra el verdadero Elías, mi precursor, éste al aire, falso y engañoso, tiende belicosos estandartes; con diabólicos prestigios acredita falsedades, y a mi poder soberano opone mágicas artes. Armaos, pues, de fortaleza; y pues con avisos tales os hago ya prevenidos, no os perturbe ni os engañe. Resista a sus persuasiones quien tenga valor constante; cierre a su voz los oídos quien se conociere frágil, que yo en esta guerra quiero vencerle, mas no estorbarle; antes a mis gentes mando que ni le prendan ni maten, tanto porque el resistirle os dé méritos más grandes, cuanto por obedecer la voluntad de mi padre. JUDÍO 1: ¿Qué persuasiones, qué engaños, qué nieblas, qué obscuridades opondrán horrible noche al sol que en tu oriente nace? JUDÍO 2: Ya el hipócrita fingido ante tus ojos reales se presenta. ANTICRISTO: Tanto emprenden ambiciosas falsedades. JUDÍO 1: Todo el pueblo le acompaña. ANTICRISTO: (Mi crédito en este trance Aparte corre gran riesgo. Valedme, espíritus infernales.)
Salen ELÍAS, con saco y barba larga, y GENTE
ELÍAS: No vengo a disuadirte, monstruo horrendo, tu nefanda intención, tu enorme empresa, pues para emporio del mayor delito desde tu concepción estás precito; si bien al peso igual de tu malicia, porque de Dios conozcas la justicia, te ha dado entendimiento y ciencia tales, que en discernir los bienes de los males ninguno te aventaja, y aunque en vano, un custodio te inspira soberano. No vengo, no, a intimar a tus mentiras la guerra que les mueven mis verdades; pues fuera de que a ti no son secretas las voces de sibilas y profetas, la impura inteligencia te lo ha dicho, que al oído te dicta los ausentes casos, como futuros contingentes, falsa ocasión que contra la infinita verdad te ensoberbece y acredita. Mas véngote a probar, en la presencia del pueblo que me escucha, la evidencia de que fue Jesucristo, Dios y hombre el verdadero celestial mesías; y eres tú la ceraste, la culebra, el Belial, la bestia Decacornu, en que los santos padres han previsto al hijo del pecado, al Anticristo, que el contrario de Cristo significa, según el griego idioma lo publica; porque no excuse la ignorancia al mundo en aquel grande y espantoso día, universal de fuego cataclismo, cercano ya, en que el hijo de Dios mismo a dar eternos premios y escarmientos descenderá en los hombros de los vientos. ANTICRISTO: Hipócrita engañoso, aunque podía castigar con tu muerte tu osadía, te permito que vivas, y permito, porque me dé más glorias, tu delito. ELÍAS: Bien sabes tú que soy el mismo Elías que, en el carro de fuego arrebatado por Dios, y al paraíso trasladado con el profeta Enoch, que en el oriente evangeliza ya de gente en gente, destinado he vivido tantos años para propugnador de tus engaños. Y sabes tú que exentos de tu furia hemos de predicar Enoch y Elías mil y docientos y setenta dias, veinte menos de aquellos que tu mano, según Daniel, gozará el cetro humano. Y así te has prevenido, como adviertes la fuerza de tan claras profecías, haciendo precursor a un falso Elías, a quien, siendo un ladrón de Galilea, un diabólico espíritu infundiste, que le ministra, siendo poco sabio, ciencias al pecho y sílabas al labio. Y por la misma causa has simulado, viendo que el ofenderme es imposible hasta al plazo por Dios estatuído, que la vida me das, y cauteloso finges que es permisión lo que es forzoso. ANTICRISTO: "Enviaré," dice Dios por Malaquías, "a vosotros mi gran profeta Elías antes del día grande y espantoso del Señor." ¿Negarás que en mi se cumple a la letra este oráculo divino, pues a Asiría llegó el tesbite Elías por precursor de las grandezas mías, y luego vine yo a imperar al suelo, dando horror mi venida a tierra y cielo? ELÍAS: El grande y espantoso día es sólo el que, abrasado el uno y otro polo, dará el Señor en el postrer jüicio su premio a la virtud, su pena al vicio. Explicado lo ves por Sofonías, que apellida de Dios el dia grande y horrible, al mismo en que dará a la tierra en diluvios de fuego, mortal guerra. Si de ti lo interpretas, y el mesías te nombras, ¿cómo pudo Malaquías llamar horrible al día venturoso cuya venida la nación hebrea para su redención tanto desea? "Por quien nació la luz," dijo Isaías. Y el mismo, "Veis aqui el niño pequeño que por persona no será tenido; no clamará, de nadie será oído, y ni triste será ni turbulento. Tu manso rey vendrá sobre un jumento a ti, Sïón, y en la presencia suya te alegrarás, porque será un cordero que de misericordia tendrá el solio. Por él verán los ciegos, y los mudos hablarán, limpiaránse los leprosos," y dirá hablando a los fascinorosos misericordia sí, no sacrificio quiero, conforme lo predijo Hoseas. Y si más clara impugnación deseas, ¿por él no dijo el santo Jererías, "De mí aprended, que soy humilde y manso, y en las almas tendréis paz y descanso"? ¿Cómo concuerdas, pues, los atributos de humilde y manso, de cordero y niño, que da salud y libertad y vida, con ser horrible al mundo su venida? ANTICRISTO: El día grande y horrible al de mi feliz venida llamó el profeta; y ser yo el deseado mesías no implica, pues he de ser cordero con quien me siga, y león con quien me ofenda, como Jacob lo adivina; y esta misma distinción responde a las profecías, que niño manso y humilde y piadoso me apellidan. Isaías, ¿no lo prueba, pues tras las palabras mismas que dicen, "Ni clamará ni será su voz oída", dice luego, amenazando las gentes mis enemigas, "Saldrá cual fuerte guerrero, y clamando en voces vivas, sus contrarios vencerá"? Y Jacob, ¿no lo confirma, pues con la presa y despojo de la guerra me convida? Y para que te convenzas, escucha las profecías que alegar puedes por ti, en mi favor construídas. "No faltará en Judá el cetro," dice Jacob, "hasta el día que venga el que ha de enviarse"; y ves que fue poseída por trece lustros y un año la corona en Palestina del efraimita Josué, y Moisén, que fue levita; y estuvo en quince jüeces después su aristocracía tres siglos, sin que entre tantos fuesen de judaica línea más que Abesán y Otoniel, hasta Saúl benjamita, antes que viniese al mundo el que tú llamas mesías. Luego en él no se cumplió lo que Jacob profetiza. Que será la expectación de las gentes vaticina Jacob. Luego mi grandeza y majestad significa. "Nacerá de madre virgen," a Acaz le dijo Isaías, y Ester virgen fue mi madre, por más engaños que finjas. "Los reyes de Arabia y Tarsis y Sabá," dice el psalmista, "le ofrecerán dones." Presto cumplirán lo que publica, ofreciéndome sus cetros Etiopía, Egipto y Libia. Donde dice, "Fue mi precio treinta argentos," Zacarías, habla de Josef, en ellos vendido a los madianitas; que de Jesús no se puede entender la profecía, pues por ellos su persona fue presa, mas no cautiva. "Mis pies y manos rompieron, y sobre las ropas mías echaron suertes." Aquí bien se ve que habla el psalmista de los tormentos que dio rabioso a los israelitas Faraón, cuando en tirano imperio los oprimía. Las hebdómadas setenta dirás que fueron cumplidas, dando a cada una siete años, en el que llamas mesías; mas también verás que han sido cumplidas en mí, si aplicas a cada una siete tiempos; pues no hay razón más precisa, si hebdómada dice siete tiempos, de ser entendída de siete años, que de siete siglos, lustros, meses, días. Prometió Dios restaurar el templo, y que triunfaría por siempre Jerusalén; y esto los tuyos lo explican en el mistico sentido; pero si con mi venida el literal se ejecuta, ¿no es vana la alegoría? No respondo a las expresas respuestas de las sibilas, porque se sabe que son apócrifas y fingidas. Pues la ceraste de Dan falsamente se me aplica, si yo de Judá desciendo, aunque pese a tus mentiras. Siendo así, ¿con qué invenciones tus engaños acreditas, buscando a expresos sentidos místicas alegorías? ELÍAS: ¿Con sofísticas nieblas imaginas verdades, falso, obscurecer divinas, cuando lo vemos todo ejecutado a la letra en Jesús crucificado? "No faltará," dice Jacob, "el cetro en la gente judaica, hasta que venga el que se ha de enviar." Y él nació el día que en Herodes gentil pasado había el cetro; y si otras veces, como alegas, faltó del tribu de Judá, a lo menos siempre lo tuvo la nación judía; que de ella habló en común la profecía. La sibila Cumea le predijo dos letras consonantes, y vocales cuatro a su nombre, cuya suma haría ochocientos y ochenta y ocho, y todo en Jesús se cumplió del mismo modo, pues le llama "Iesous" el griego idioma; y hablando de él la misma expresamente por las primeras letras de sus versos, dice así, "Jesucristo, Dios y hombre, Salvador, Cruz," pronóstico sagrado que nuestra redención ha epilogado. "Dones le ofrecerán, dice el Psalmista, de Arabia y Tarsis y Sabá los Reyes." Los tres lo hicieron; y si en ti lo entiendes por el de Libia, Egipto y Etïopia, das a la letra explicación impropia. "Sanará los dolientes, los demonios expelerá, sosegará los mares, y en desierto lugar cinco millares de personas tendrán, por obra suya, con solos cinco panes y dos peces manjar bastante," dijo la Erictrea. "En el Jordán recebirá el bautismo," escribió la de Cumas; y bien sabes que mil antiguos testimonios graves aprueban las sibilas. "Fue mi precio treinta dineros," dijo Zacarías; esto no habla en Josef, que fue vendido en veinte; y por dejarte concluído, el campo de Isaías anunciado, ¿no fue en los treinta de jesús comprado? Y si Cristo no fue vendido en ellos, el Profeta los llama precio, y fueron precio, pues su persona fue entregada, y fue su entrega en ellos apreciada. "No le conocerán." dice Isaías, "Oiránle, y no le oirán; y aunque le vean, no le verán los mismos que desean oírle y verle; humilde y despreciado padecerá por el común pecado; y en medio de tormentos y de agravios, cual mansa oveja, no abrirá los labios, y al patíbulo irá como el cordero." Y la sibila, "Feliz el madero en que Dios mismo se verá pendiente." Pues en ti, falso, ¿cómo verificas este silencio, cuando notificas al mundo a voces tu tirano imperio? ¿Qué es del suplicio? ¿Dónde está el madero en que pendiente estás, manso cordero? "Mis pies y manos taladraron," dice el Psalmista, "y mis ropas dividieron, y echaron suertes por mis vestiduras." ¿Y adulteras tan claras escrituras? ¿Cuándo en ellas se ve que al pueblo hebreo diese estas penas el egipcio imperio, si bien los oprimió su cautiverio? La inmolación de Cristo prometida a Daniel en la hebdómada setenta, ¿no fue en la muerte de Jesús cumplida, pues dando a cada hebdómada siete años, son cuatrocientos y setenta y ocho los que distó de la promesa el día de la pasión del Hijo de María? Pues, ¿cómo quieres que por siete lustros o siglos cada hebdómada se cuente, si una hebdómada dice siete tiempos, y es el tiempo del sol una medida; y así es fuerza que hebdómada interprete siete cursos del sol; y así, o de siete años se ha de entender, o siete días, que son las dos medidas naturales que terminan sus giros celestiales? ¿Por qué, pues, gente adúltera y malvada, cumpliéndose en Jesús las profecías, contumaces negáis que es el mesías? Si porque eternidad prometió al templo y que a Jerusalén triunfante haría por largos siglos, y la veis opresa, y el templo desde entonces destruído, no lo entendéis; que en místico sentido habló, no literal, llamando templo a la iglesia, y la patria soberana Jerusalén de la nación cristiana. Y si de esto dudáis, bien lo ha probado su imperio al mundo en siglos dilatado; bien claramente lo mostró Isaías cuando a Sïón le dijo del mesías, "A ti vino la luz, y cuando al mundo tiniebla cubrirá caliginosa tú sola en su esplendor serás hermosa." No habló el profeta, pues, con frases tales, de luces y tinieblas materiales. Si prometió en el Génesis al mundo Dios el mesías, que al dragón profundo hiciese guerra, y al divino imperio restituyese a Adán del cautiverio a que le sujetó el primer pecado, ¿no está con esto sin cuestión probado que hablando del imperio del mesías, no hablan del temporal las profecías? Pues siendo así, progenie miserable, ¿por qué le aborrecéis? ¿Porque es amable? ¡Trocad la mansedumbre de un cordero a la crueldad de un lobo carnicero! Pues éste, no os engañe, incestüoso hijo fue de Manzer, que apedreado, en castigo murió de su pecado. Éste a su madre Abá, a quien torpemente gozó, vil matricida, en una obscura sima le dio en Betzaida sepultura. Éste, de Dan estirpe, falsamente, de Judá se publica descendiente. Pero cuando lo fuera, ¿por ventura ignoran vuestros locos desvaríos cuanto há que falta rey a los judíos? ¿Por ventura ignoráis que el patriarcato que su mentido abuelo poseía, por cumplir de Jacob la profecía, es oficio comprado al rey persiano, y que estando sujetos a su mano maquináis trazas de vcrdad ajenas, y rey fingís al que es virrey apenas? ¿No está profetizado que vendría este monstruo, en estando el Evangelio en todo el universo predicado? Pues veislo aquí a la letra ejecutado. Ciegos, ¿no veis cumplir a Enoch y a Elías, contra su falsedad, las profecías? El imperio romano dividido en diez coronas, ¿no lo veis cumplido? La torre de Nembroth y su soberbia contra el cielo atrevida, ¿no es figura de que en esta ciudad su monarquía, como lo veis cumplido, empezaría? "Hablará y obrará cosas terribles contra el Excelso." ¿Quién habrá que crea que el Excelso llamó a quien no lo sea en la verdad, Daniel? ¿No dice luego, "Contra el Dios de los dioses grandes cosas hablará el mismo?" Pues, ¿qué loco engaño ciegos os lleva a vuestro proprio daño? Al que se opone a Dios--¡oh, pueblo hebreo!-- ¿queréis tener por sumo corifeo? Volved, abrid los ojos. Dios me envía a ser de tanta noche claro día. En tiempo estáis; mirad que se avecina del universo la fatal rüina, pues después de la muerte de este fiero Anticristo, cuarenta y cinco días, según las soberanas profecías, justiciero y terrible, no clemente, no ya cordero, mas león rugiente, dará por siglo en duración eterno de Dios el Hijo el cielo o el infierno. JUDÍO 1: Calla. JUDÍO 2: Señor, ¿por qué escuchas argumentos de un sofista? Permite que con su muerte castiguemos su osadía. ANTICRISTO: Dejalde; que ya os he dicho que es importante su vida, porque den a mis verdades más resplandor sus mentiras.
Vase
JUDÍO 1: Tu piadoso sufrimiento en permitirle que viva te acredita vencedor.
Vase. Tocan chirímias
TODOS: ¡Viva el rey, viva el mesías!
Vanse
ELÍAS: Generación depravada, rebelde y adulterina, pues no merecéis piedad, sentiréis de Dios la ira. El austro os niegue sus lluvias, y en las regiones de Asiría no fructifiquen los campos; el sol, con llamas estivas, os dé abrasados alientos; el mar y las fuentes frías sangre os ofrezcan por agua, y escojáis en las fatigas de pestilentes contagios la muerte por medicina, hasta cuando, arrepentidos de tan loca apostasía, la penitencia merezca lo que pierde la malicia.
Vase. Salen BALÁN y un CAMINANTE judío, por lo alto de un monte
CAMINANTE: Ya de Babilonía veo los muros; ésta es aquella ciudad más grande y más bella, gloria del poder caldeo. BALÁN: El que a su refugio viene del mundo estará seguro. CAMINANTE: Veinte leguas tiene el muro de circunferencia, y tiene de altura cincuenta estados, y doce de latitud; tanto, que en la planitud de su cumbre emparejados van seis carros, y de Belo, que ésta es mayor maravilla, la torre tiene una milla desde el chapitel al suelo. BALÁN: Aquí reina ya el mesías, según publica la fama; mas del sol la ardiente llama en las regiones más frías nos da fuego en vez de aliento, y ya la sed y la hambre rompen el delgado estambre de mi vida. No me siento con fuerzas para poder llegar a pie a la ciudad. CAMINANTE: Pues en esta soledad, ¿qué remedio puede haber? Que yo también desmayado apenas muevo los pies. BALÁN: En esta señal que ves,
Muéstrale la palma de la mano
el poder tengo cifrado del mesías, para hacer milagros a imitación de los suyos. La ocasión llegó en que me ha de valer. Volando iré por el viento; ven, llevaréte conmigo. CAMINANTE: Vuela tú; que ya te sigo. BALÁN: ¿Tú tienes por fingimiento estos milagros que intento? Presto verás tu castigo. ................... [ -igo] ................... [ -ento] CAMINANTE: Válgate el cielo.
Arrójase BALÁN de la sierra al teatro como para volar
BALÁN: ¡Ay de mi! El mesías no es mesías; decidlo vos, piernas mias, pues por creerle os perdí. CAMINANTE: ¿Estás vivo? BALÁN: Vivo estoy desde la cintura arriba. CAMINANTE: Si me da esta sierra esquiva senda, a socorrerte voy.
Vase por arriba
BALÁN: ¿Qué demonio me ha engañado para fïarme de ti? Tener alas entendí, y sin piernas he quedado.
Salen SOFÍA, con saco y una cruz y un libro, y su HERMANO y otro CRISTIANO
HERMANO: ¡Gracias a Dios que este suelo en su inculta soledad nos libra de la crueldad de ese enemigo del cielo! CRISTIANO: Ponderando voy confuso de esta bestia los portentos; porque impedir los acentos, quitar de la lengua el uso, como veis, a vuestra hermana solamente con querer, muestra divino poder, fuerza arguye soberana.
Muéstrale SOFÍA el libro abierto
HERMANO: Ella la dificultad ha entendido, y vuestra duda disuelve, por estar muda, con escrita autoridad.
Lee
CRISTIANO: "Tratado del juicio final, por el maestro fray Nicolás Díaz, de la Orden de Predicadores."
Abre otra parte
"Dice San Pablo que la venida del Anticristo ha de ser según la obra de Satanás, porque los demonios le ayudarán, y mediante su ministerio hará muchas cosas que parecerán milagros." Parecerán, dice. Infiero de aquí, que no lo han de ser. Pues si ha hecho su poder milagro tan verdadero en vuestra hermana, a quien muda vemos, sobrenatural fuerza, arguye efeto igual. HERMANO: Ya responde a vuestra duda.
Ella abre el libro por otra parte, y lee el CRISTIANO
CRISTIANO: "Santo Tomás dice que son milagros los que se hacen fuera de la orden de la naturaleza criada; y cuando vemos alguna cosa que no conocemos, lo tenemos por milagro, y no lo es; y así serán los que hará el Anticristo con poder del demonio." HERMANO: De modo que puede hacer cuanto los demonios pueden; y aunque sus obras exceden nuestro modo de entender, no son milagros, pues son hechos por virtud criada; y así, puede estar ligada por oculta aplicación de algún demonio, la lengua de mi hermana. CRISTIANO: ¿Es de creer que le dé tanto poder Dios al demonio en su mengua, y más contra los cristianos? HERMANO: Si, porque en esta ocasión, para su persecución, le ha desatado las manos.
Ella abre por otra parte el libro, y lee el CRISTIANO
CRISTIANO: "Dice San Juan, 'Le desatará al fin del mundo, y por todo él ha de ir a engañar.'" Si los prodigios son tales que engañan nuestros sentidos, ¿en qué han de ser conocidos por efetos naturales? HERMANO: En que está profetizado que han de serlo; y así, quiso hacer Dios con este aviso que no tuviese el pecado de creerle, justa excusa en la ignorancia. CRISTIANO: Mi pecho del todo habéis satisfecho. Huyó la noche confusa. BALÁN: Ya el cielo se ha lastimado de mi mal. ¡Ah, pasajeros! Si a piedad puede moveros un pobre perniquebrado, socorred las ansias mías. HERMANO: ¿Qué caso te ha sucedido? BALÁN: De Galilea he venido en demanda del Mesías y en su virtud intenté ser ave que el viento nada, y de tal pajarotada cual un corchete ladé.
Hácele señas SOFÍA apuntando al cielo
HERMANO: Lo que vais buscando vos, venimos los tres huyendo.
Dice SOFÍA por señas que "no," y pone la cruz en la boca
BALÁN: ¿Que haga pinos? No te entiendo. ¿Qué eres alguacil de Dios? ¿Que calle o que me darás con la cruz? HERMANO: Su intento ignoras. Lo que dice es que si adoras la cruz, luego sanarás. BALÁN: Déme primero salud, y luego la adoraré. HERMANO: En faltándote la fe, no obrará en ti su virtud. BALÁN: Yo lo he de hacer, pues porfías. Por ventura esa señal me librará de este mal que me dio la del mesías. Yo la adoro y la venero.
Besa la cruz, y levántase dando saltos
¡Cielo santo! Bueno y sano estoy! Vuélvome cristiano, y abrenuncio el embustero por quien me vi en tal trabajo.
Disparan dentro truenos
Mas, ¡qué fiera tempestad! CRISTIANO: ¡Qué truenos!
Vase como a ciegas
HERMANO: ¡Qué obscuridad!
Vase como a ciegas
BALÁN: El cielo se viene abajo.
Anda como a ciegas
De una en otra peña doy; todo me aflige y espanta. ¡Valedme vos, mujer santa, pues por vos cristiano soy y al Anticristo he negado!
Sale El ANTICRISTO
ANTICRISTO: ¡Ah, traidor! BALÁN: ¿Quién es? ANTICRISTO: Infiel, quien castigará crüel lo que blásfemo has pecado. ¿No sabes tú que por mío mi caracter te imprimí? BALÁN: Ya te conozco. ¡Ay de mi! ANTICRISTO: Pues, ¿cómo, infame judío, tan fácil y desleal me has quebrantado la fe? BALÁN: Porque con la cruz cobré lo que no con tu señal. ANTICRISTO: Todas fueron trazas mías por probar tu pecho impío. BALÁN: Pues vuélvome a ser judío, y adórote por Mesías. ANTICRISTO: Y ya con eso perdona tu delito mi piedad. Parte luego a la ciudad y lo que has visto pregona. BALÁN: Voy; mas prueba, si te agrada, los tuyos más blandamente que perniquebrar la gente es tentación muy pesada. ANTICRISTO: (Ésta es, Amor, la ocasión; Aparte que a solas quise intentar gozarla, por no arriesgar, si no venzo, mi opinión.) Hermosa enemiga mía, en cuyo claro arrebol miro al alba, admiro al sol, siendo yo quien le da al día. Enamorado y atento a tu honesta presunción, por conservar tu opinión quité la luz, turbé el viento. Verte sola fue el intento de tan tenebroso horror; porque si a mi ciego ardor no fuere tu pecho ingrato, no me quite tu recato lo que me diere tu amor. Ningún testigo tendrás del bien, si llego a alcanzarlo, sino a mi, que he de estimarlo como a quien vida le das. Mi esposa y reina serás si das premio a fe tan pura. Goza pues de la ventura que te consagra mi amor, y no pierda tu rigor lo que gana tu hermosura. Bien lo puede el amor mío por humilde merecer, pues renuncio mi poder en manos de tu albedrío. Encender tu pecho frío, no forzarlo, es mi intención; muerte me dé tu afición, y no tu ofensa trofeo; que corre con mi deseo parejas tu estimación. ¿Dónde, pues, ibas, señora, dando a tan áspero clima los tiernos pies que lastima, que tierno mi pecho adora? No hay del ocaso a la aurora de mi poder donde huyas; y de esto quiero que arguyas cuán en vano te condenas a solicitar mis penas tan a costa de las tuyas. A glorias trueca tormentos, tanto mal a tanto bien, y serás reina de quien es rey de los elementos. Rompe los mudos acentos; que si, por mostrarte allí mi poder, les impedí a tus órganos la acción, por mostrarte mi afición se la restituyo aquí. ¿No respondes? ¿Tu rigor sella tus hermosos labios, y castigas los agravios de mi poder en mi amor? Mira, mi bien, que el favor pido que puedo tomar. Resuélvete, pues, a dar lo que no tomo pudiendo, y obligarás concediendo lo que no puedes negar. SOFÍA: Callaba por no ejercer facultad que tú me das; hablo porque pensarás que callar es conceder. Ni tu amor ni tu poder, bárbaro, torpe, blasfemo, me obligan; que en el supremo Dios confïada y constante, que es más fuerte y más amante, ni uno estimo ni otro temo. ANTICRISTO: ¡Qué ciega estás! ¿Defenderte piensas de mí, cuando ves que el mundo tiembla a mis pies, sirve a mis manos la muerte? SOFÍA: Más invencible y más fuerte que entrambos es mi albedrío. ANTICRISTO: ¿No has visto ya el poder mío? SOFÍA: Su fuerza conmigo es vana. ANTICRISTO: ¿No eres mujer? SOFÍA: Soy cristiana. ANTICRISTO: ¿No eres flaca? SOFÍA: En Dios confío. ANTICRISTO: Válgate ese Dios conmigo, en que tu ignorancia fía.
Quíere abrazarla, y aparece ELÍAS por tramoya, y arrebata a SOFÍA y llévala
SOFÍA: ¡Valedme, Jesús! ELÍAS: Sofía, no temas; Dios es contigo. Huye este monstruo enemigo; parte a Sión, que ha de ser campo donde has de vencer mayor guerra.
Vanse
ANTICRISTO: ¡Ardientes furias! vengad estas injurias, o miente vuestro poder.

FIN DEL SEGUNDO ACTO

 

El Anticristo, Jornada III


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002