El texto presentado aquí, en general atribuido a Juan Ruiz de Alarcón,
está basado en la edición príncipe que se encuentra en una edición suelta sin
fecha, publicada en Sevilla por Francisco Leefael. Esta suelta fue editada por
Juan Eugenio Hartzenbusch para el tomo 20 de la BAE. Este texto fue
preparado por Vern Williamsen y luego pasado a su forma electrónica en 1999.
Personas
que hablan en ella:
Sale ROMÁN, vestido humildemente
ROMÁN: Ni beldad ni gentileza [redondillas]
igual en mi vida vi.
Sin duda a sí misma aquí
excedió naturaleza.
Los miembros forma perfetos 5
soberana proporción,
y como la causa, son
milagro en mí sus efetos,
pues que su vista primera
tanto en mi pecho ha podido; 10
mas no fuera dios Cupido
si igual poder no tuviera.
Rindióme, hirióme, matóme
de una vez. ¿Quién puede haber
que tan divino poder 15
con humanas fuerzas dome?
¿Mas quién hay que sin ventura
se atreva a tanta beldad?
¿Cómo tendrá mi humildad
alas para tanta altura? 20
Sale TRISTÁN, de camino, dirigiéndose
a un mozo que está dentro
TRISTÁN: Sacad las mulas, mancebo.
VOZ: ¡Cuerpo de Dios con la priesa! Dentro
Aun no me he puesto a la mesa.
TRISTÁN: Caminando como y bebo
yo, como grulla, en un pie. 25
Ensillad.
ROMÁN: Mientras es hora
de partir, esa señora,
me decid, ¿quién es?
TRISTÁN: No sé.
ROMÁN: Si el oficio entre su gente
de mayordomo ejercéis, 30
¿por qué causa respondéis
un "no sé" tan secamente?
TRISTÁN: No os espante que del eco
guarde las leyes así;
que si seco respondí, 35
también preguntastes seco.
¿No dijérades siquiera,
"Hidalgo, saber quería,
si cabe en la cortesía,
quién es esta pasajera"? 40
Y no, sin haber jamás
visto a un hombre, "Esa señora,
me decid, mientras es hora
de partir, ¿quién es?" Demás
que estoy con vos en pecado, 45
porque os he visto comer,
y ni vino os vi beber
ni tocino habéis probado;
y de hablar con vos me corro;
que quien no come tocino 50
ni vino bebe, es indino
de hablar ni escupir en corro.
ROMÁN: El padecer corrimientos,
de flema y calor causados,
hace para mí vedados 55
esos dos mantenimientos;
y si con menos razones
que debiera os pregunté,
soy hombre llano, y no sé
cortesanas invenciones. 60
Yo hablé con sinceridad,
y con la misma os ofrezco
mi amistad.
TRISTÁN: Yo lo agradezco;
mas porque hasta en la amistad
fuese también desdichado, 65
tengo el amigo primero
que he encontrado, por agüero,
que es lo mismo ser aguado.
ROMÁN: Desde hoy no lo pienso ser
si con eso os obligáis. 70
TRISTÁN: Pues a lo que preguntáis
es justo ya responder.
Don Francisco de Meneses, [romance]
cuanto desdichado, noble,
padre de esta hermosa dama, 75
que Aldonza tiene por nombre,
con ella y su casa toda
de Deza partió a la corte,
al pleito de un mayorazgo,
que hoy es ya de Aldonza el dote. 80
Venciólo al fin; mas no quiso
su fortuna que lo goce,
pues salió con la sentencia
la de su muerte conforme.
Aldonza, huérfana y sola 85
con esto, determinóse
a volver entre sus deudos
a Deza, su patria, donde
la espera ya, para ser
su esposo, don Juan de Torres, 90
mi señor, noble, galán,
rico y venturoso joven.
Y así, don Pedro, su primo,
que es el que veis, a la corte
se partió, para volverla 95
acompañando en su nombre;
que por no serle decente
antes que su mano goce,
no se atrevió a ser él mismo
precursor de sus dos soles. 100
Más que me habéis preguntado,
he dicho en breves razones;
y adiós, que ya en la litera
la bella Aldonza se pone.
Vase
ROMÁN: ¡Ah cielos! ¿Quién vió salir 105
de purpúreos pabellones
pródiga el alba de rayos,
lloviendo perlas y flores;
quién tras la fiera borrasca
que formó tremenda noche 110
vio el hermoso Autor del día
bordar claros horizontes,
quién por capital sentencia
esperó suplicio enorme,
y en dichosa libertad 115
trocó las duras prisiones;
que no juzgue, bella Aldonza,
si a tu beldad las opone,
alba, libertad y día,
sombra, esclavitud y noche? 120
Sale doña ALDONZA, de camino,y don PEDRO,
escudereándola, y TRISTÁN, atraviesan el teatro
TRISTÁN: Llegad, mancebos.
Vanse doña ALDONZA, don PEDRO y TRISTÁN
ROMÁN: ¡Oh Amor!
¡Dichoso don Juan de Torres,
que ha de gozar la belleza
mayor que el mundo conoce!
¡Ay de mí! Ya para entrar 125
en la litera recoge
las faldas. Amor, ¿qué he visto?
¿Qué nuevo inhumano golpe,
con breves puntos de un pie,
siglos eternos dispone, 130
tanto a los ojos de glorias
cuanto al corazón de ardores?
¡Perdido estoy! ¡Estoy loco!
¡Muerto estoy! Ya el sol se esconde,
que deslumbra cuando alumbra, 135
y ciega cuando se pone.
Ya camina. ¿Qué he de hacer?
Por valles, prados y montes
seré alfombra de sus plantas,
sombra de sus resplandores. 140
No puedo más... No soy mío.
Miente la opinión que pone
siempre elección de los actos
en la voluntad del hombre;
miente, que no hay albedrío; 145
ley es todo, todo es orden
dispuesto por los influjos
de los celestes orbes.
Pues te sigo, bella Aldonza,
forzado de mis pasiones, 150
como el acero al imán
y como la aguja al norte;
dictándome la razón,
que el imposible conoce,
por ser nuestros dos estados 155
en todo tan desconformes.
¿Quién, pues, me dará esperanza
de que algún tiempo la goce,
si diabólicos engaños
no ayudan mis pretensiones? 160
Que, según estoy, no hay cosa
que no intente, no hay desorden
que no emprenda, no hay delito
que mi atrevimiento estorbe.
¿Hay un demonio que escuche 165
estas quejas, estas voces,
y por oponerse al cielo
dé remedio a mis pasiones?
Sale el DEMONIO, en forma de galán
DEMONIO: Román Ramírez.
ROMÁN: ¿Quién es? [redondillas]
DEMONIO: Yo soy el mismo que llamas, 170
que de las eternas llamas
vengo en la forma que ves,
a tus voces obediente,
y dispuesto a tu favor.
ROMÁN: ¿Qué dices?
DEMONIO: Pierde el temor, 175
pues Amor es tan valiente.
Yo soy tu amigo, que soy
quien a tu abuelo ha servido
de familiar. Condolido,
Román, de tu pena estoy. 180
Pero, pues de mí te vales,
pierde la desconfïanza;
que o lograrás tu esperanza,
o a los reyes infernales
faltará el poder, la ciencia, 185
la industria, el arte y engaño.
ROMÁN: Si al inevitable daño
de esta amorosa dolencia
das fin... (Detestable medio Aparte
es al que me determino; 190
mas si del cielo me vino
la desdicha, y no el remedio,
¿en qué dudo?) Una amistad
eterna hallarás en mí,
y en el mundo solo a ti 195
adoraré por deidad.
DEMONIO: Pues con recíproco pacto
nos obligamos los dos:
tú a adorarme a mí por dios,
y yo, igualando al contracto, 200
a cumplirle, ese deseo,
y hacer que de Aldonza goces,
y que obedezca a tus voces
todo el reino del Leteo.
Riqueza, honor y opinión 205
de noble y sabio he de darte
y tras de todo, librarte
del poder y la opresión
de las justicias, de suerte
que te valga mi amistad 210
eterna felicidad
en la vida y en la muerte,
pues si mi amigo leal
hubieres sido en el mundo,
.................... [ -undo] 215
te trataré como tal.
ROMÁN: Pues con esas condiciones
me pongo ya en tu poder.
DEMONIO: Atiende a lo que has de hacer
para que tus pretensiones 220
consigas. Tú has de mudarte,
para no ser conocido,
el nombre; que concedido
me es a mí desfigurarte,
ofreciendo en lo visible 225
a los ojos otro objeto,
ya que el natural sujeto
alterar no me es posible.
Con esto entrarás en Deza,
e indicios darás de que eres 230
hombre ilustre; di que quieres
disimular tu nobleza.
Y para hacerte opulento
en riquezas y opinión,
y disponer la ocasión 235
a tu enamorado intento,
médico te has de fingir;
que de él necesita Deza.
ROMÁN: ¿Cómo podrá mi rudeza,
si ni leer ni escribir 240
jamás supe, acreditar
esa invención?
DEMONIO: Yo al oído
lo que el físico ha sabido
más docto, te he de dictar;
y pues no son a mi ciencia 245
angélica reservadas,
yerbas te daré adecuadas
a sanar cualquier dolencia.
Con esto y con los engaños
que según las ocasiones 250
tracen nuestras invenciones,
verás el fin de tus daños.
ROMÁN: Impide, pues, a don Juan
con Aldonza el casamiento
antes que logre su intento. 255
DEMONIO: Yo te lo ofrezco, Román;
que de tal suerte los ojos
de Aldonza inficionaré
al mirarle, que le dé
una vista mil enojos. 260
ROMÁN: Pues ya en todo te obedezco.
DEMONIO: ¿Qué nombre te has de poner?
Y advierte que no ha de ser
de cristiano, que aborrezco
sus ecos.
ROMÁN: Pónmele tú. 265
DEMONIO: Demodolo desde aquí
te nombra.
ROMÁN: El tuyo me di.
DEMONIO: Yo me llamo Belcebú.
Y con esto ven, amigo,
para que el pacto confirmes, 270
donde con tu sangre firmes
lo que has tratado conmigo.
ROMÁN: Vamos.
DEMONIO: Tu lascivo ardor
verás presto satisfecho.
ROMÁN: Tanto han podido en mi pecho 275
codicia, ambición y amor.
Vanse. Salen don JUAN, TRISTÁN, y don PEDRO,
de ciudad
PEDRO: Ya, primo, estaréis contento,
pues Aldonza, no obligada
solo, pero enamorada,
corresponde a vuestro intento. 280
TRISTÁN: No pienso yo que agradó
Narciso a la ninfa más.
JUAN: ¡Estoy loco! ¿Quién jamás
tal belleza mereció?
PEDRO: En ella las gracias todas 285
el cielo quiso copiar;
y adiós; que voy a sacar
galas para vuestras bodas.
Vase
TRISTÁN: ¿Qué vestido piensas darme
para estas fiestas, señor? 290
Que yo también con Leonor
tengo de matrimoniarme.
JUAN: A tu voluntad está
la tienda del mercader.
TRISTÁN: ¿Cuándo, Fortuna, he de ser 295
venturoso? ¿Cuánto va
que, si lo voy a sacar,
según nací desdichado,
o el mercader ha quebrado
o tú no te has de casar? 300
JUAN: Calla. ¿Cómo puede ser,
si Aldonza ya lo desea,
ni que mi esposa no sea,
ni que quiebre el mercader,
siendo tan ríco?
TRISTÁN: Porque es 305
mi Fortuna tan avara,
que si en zapatos tratara,
nacieran todos sin pies.
Un amo que tuve yo,
dijo, estando ya espirando, 310
"A Tristanillo le mando..."
y al momento mejoró.
Pero mi suerte colijo
que se engañó; que en teniendo
más aliento, prosiguiendo, 315
"Mando a Tristanillo," dijo,
"que al punto que muera yo,
le pague todo el dinero
que me debe, a mi heredero."
Y en diciéndolo espiró. 320
JUAN: Pues con tales desengaños,
no te he de hacer bien jamás.
TRISTÁN: Quiéreme mal y verás
como vives dos mil años.
JUAN: Ya sale Aldonza, Tristán. 325
TRISTÁN: Di, señor, la que te adora.
Salen doña ALDONZA y LEONOR
LEONOR: Aquí está don Juan, señora.
Hablan las dos aparte, junto a la puerta
ALDONZA: ¡Qué dices! ¿Éste es don Juan?
LEONOR: ¿En qué lo has desconocido?
ALDONZA: O tú te engañas, o a mí 330
me engañó cuando lo vi,
o tengo el seso perdido.
LEONOR: Lo postrero es lo que creo.
¿Qué has visto en él que te asombre?
ALDONZA: ¿Don Juan puede ser un hombre 335
tan mal tallado y tan feo?
El que yo he visto, el que quiero,
el que espera ser mi esposo,
es gallardo y es airoso;
éste es desairado y fiero. 340
LEONOR: ¡Qué dices! ¿Estás sin seso?
¿Hay algún galán en Deza
que a su talle y gentileza
pueda igualar?
ALDONZA: Y aun por eso
me afirmo en que no es don Juan. 345
LEONOR: ¿Hay locura más extraña?
Dime, el que le acompaña
¿no es su crïado Tristán?
ALDONZA: Sí.
TRISTÁN: ¿Qué temes? ¿Qué contrario
embistes?
JUAN: Verla tan bella 350
me acobarda.
TRISTÁN: Aguarda que ella
te saque por el vicario.
LEONOR: Ya llega; agora verás
cuál de las dos se ha engañado.
(O está loca, o se ha mudado.) Aparte 355
ALDONZA: O estoy ciega o tú lo estás.
JUAN: ¿Cuando, bella Aldonza, harán
nuestras bodas venturoso
al que solo en ser tu esposo
funda su gloria?
Al oído a doña ALDONZA
ALDONZA: ¿Es don Juan? 360
JUAN: ¿Cuándo el alma que te adora
con tan deseada unión
en dichosa posesión
se verá?
Aparte a su ama
LEONOR: ¿Es don Juan, señora?
JUAN: Advierte, mi bien, que están 365
juzgando las ansias mias
eternidades los dias.
Aparte a su ama
LEONOR: Di ahora que no es don Juan.
ALDONZA: (¡Don Juan es, al fin! ¿Qué es esto? Aparte
¿Qué puede ser? O venía, 370
cuando otras veces le veía,
tan aliñado y compuesto,
que las faltas ha podido
encubrir que agora veo,
o me engañaba el deseo, 375
o después acá ha tenido
algún furioso accidente
con que se ha desfigurado,
o por dueño me ha cansado;
que se juzga diferente 380
el que se teme marido
que el que se estimó galán.)
JUAN: ¿No me respondéis?
Aparte al criado
(Tristán,
¿Qué es aquesto?}
TRISTÁN: (Mi vestido.)
JUAN: ¡Señora! ¿Qué novedad 385
es ésta, Leonor?
LEONOR: No sé.
(Si puedo lo enmendaré.) Aparte
Pienso que una enfermedad,
que en el corazón padece
y ha muy poco que le ha dado, 390
este disgusto ha causado
que vuestro amor no merece;
que siempre que lo ha tenido,
aunque libre del dolor,
del melancólico humor 395
vuelve a cobrar el sentido.
Es tan turbado y confuso,
que por gran rato no entiende,
y la pasión le suspende
de las potencias el uso. 400
Yo apostaré que hasta agora,
don Juan, ni os ha conocido,
ni palabra os ha entendido.
Mira que es don Juan, señora,
quien te habla.
ALDONZA: (Estoy perdida.) Aparte 405
JUAN: ¡Qué enfermedad tan crüel!
ALDONZA: (No me casara con él Aparte
si me importara la vida.)
JUAN: Bella Aldonza, gloria mía,
si cuantas piedras cordiales 410
en las regiones australes
el ligero ciervo cría;
si cuanta persiana yerba
y odorífero semnión,
aplicado al corazón, 415
de pasiones lo reserva;
si cuanta perla luciente,
cuanto purpúreo coral,
antídotos de ese mal,
engendra el mar y el oriente, 420
alegrarte pueden, tantas
me permite que te ofrezca,
que al mundo todo empobrezca
para enriquecer tus plantas.
ALDONZA: Señor don Juan...
LEONOR: Ya ha cobrado, 425
pues habla, su entendimiento.
ALDONZA: Ni sin salud hay contento,
ni alegría con cuidado.
Yo me siento de tal suerte
sujeta a melancolía, 430
que no hay para mí alegría,
sino acercarme a la muerte;
y así, es bien que el casamiento
dilate hasta mejorar;
que poco puede durar 435
accidente tan violento;
y entre tanto sólo os pido
que el visitarme, don Juan,
excuséis; que sois galán
hasta ahora, y no marido. 440
Vase doña ALDONZA
TRISTÁN: Leonor, ¿qué ocasión ha hecho
en Aldonza tal mudanza?
LEONOR: ¿Qué pensamiento lo alcanza?
Algún demonio sospecho,
por lo que mis ojos ven, 445
que anda, Tristán, por aquí.
TRISTÁN: ¿Y hay demonio para ti?
¿Haste mudado también?
LEONOR: Forzoso ha de ser mudarme
si no se casan los dos. 450
Vase LEONOR
TRISTÁN: Nunca, Leonor, me dé Dios
otro mal que no casarme.
¡Ah señor! ¿Qué suspensión
es ésta? ¿Estás persuadido
que ha causado mi vestido 455
este mal de corazón?
"Tristan, ¿cómo puede ser,
si Aldonza ya lo desea,
ni que mi esposa no sea,
ni que quiebre el mercader, 460
siendo tan rico?" Ya es clara
del mercader la ventura;
que a ser firme esta hermosura,
era fuerza que él quebrara.
JUAN: No puede, no puede ser 465
que Aldonza se haya mudado.
Del corazón la ha obligado
la dolencia a proceder
con tan extraña esquiveza;
que si de mí se agradó, 470
si contenta el sí me dio,
si yo adoro su belleza,
si soy el mismo que fui,
si ella es la mesma que ha sido,
si ni de ofensa ni olvido 475
se puede quejar de mí,
cosas son que contradicen
el crédito a su mudanza.
TRISTÁN: Eso ha dicho la esperanza;
entran los celos y dicen: 480
“Si, aunque con mentira fea,
le han dicho algún mal de ti;
si después que te dio el sí
en nueva afición se emplea...”
JUAN: Calla, atrevido.
TRISTÁN: ¿Es error 485
discurrir sin decidir?
JUAN: Sí; que ofende el discurrir
en agravio del honor.
TRISTÁN: ¿Puede ser?
JUAN: No puede ser.
TRISTÁN: ¿Qué mujer no se mudó? 490
JUAN: No es mujer Aldonza, no.
TRISTÁN: ¡Vive Cristo, que es mujer,
y se ha mudado, y perdido
cuanta afición te tenía!
JUAN: Pues ¿por qué ocasión podía 495
mudarse?
TRISTÁN: Por mi vestido;
y apostara a que esto es cierto
de ojo, a no recelar
que ella te volviera a amar
porque yo quedase tuerto. 500
JUAN: Necio estás.
TRISTÁN: Y tú estás ciego,
pues en el aspecto triste
de doña Aldonza no viste
que de su amoroso fuego
no hay ya ni aun cenizas frías. 505
JUAN: Tú quieres matarme.
TRISTÁN: Quiero,
señor, no ser lisonjero.
JUAN: ¡Vive Dios, pues que porfías,
y gustas de mi pesar,
si no es cierta su mudanza 510
y se cumple mi esperanza,
que a palos te he de matar.
TRISTÁN: Con eso, sí, los regalos
de Aldonza has de conseguir.
Sale LEONOR, con manto
LEONOR: Albricias vengo a pedir. 515
TRISTÁN: ¡Mira lo que obran los palos!
JUAN: ¿De qué, Leonor?
LEONOR: Al instante
que desconsolado y triste
de la presencia partiste,
don Juan, de tu hermosa amante, 520
de todo punto cobró
su acuerdo y, enternecida,
amorosa y condolida
de tu pena, te escribió
los favores y regalos 525
que en este papel verás.
JUAN: ¿Ves, Tristán, cuán necio estás?
TRISTÁN: ¿Ves cuánto pueden mis palos?
JUAN: Por nueva tan venturosa
te da en albricias mi amor 530
esta cadena.
TRISTÁN: Leonor,
ya no puedes ser mi esposa.
LEONOR: ¿Por qué?
TRISTÁN: Porque yo no fuera
desdichado, a merecer
hermosa y rica mujer. 535
JUAN: Calla; que ya, aunque no quiera
tu fortuna, pienso hacerte
venturoso, y el vestido
mejorar que he prometido.
TRISTÁN: Tente, señor; que es perderte. 540
Lee
JUAN: "Si os di nombre de marido,
ya es fuerza, por no matarme,
revocarlo, no casarme."
¿Qué es aquesto?
TRISTÁN: Mi vestido.
LEONOR: ¿Cómo dice?
JUAN: ¿Dónde hay pena 545
que iguale con mi pasión?
TRISTÁN: ¿Éstos los favores son?
Vuelve, Leonor, la cadena.
LEONOR: Vuelve, don Juan, a leer;
que el papel me leyó a mí 550
Aldonza, y no dice así.
JUAN: Sí dice.
LEONOR: No puede ser.
Lee
JUAN: "Si os di nombre de marido,
ya es fuerza, por no matarme,
revocarlo, no casarme." 555
LEONOR: O el seso todo he perdido,
o algún demonio a porfía
trueca las letras así;
que yo misma se le oí,
y tal razón no decía. 560
JUAN: Con industria lo habrá hecho
para engañarte, Leonor;
que, viéndote en mi favor
aquel rigoroso pecho,
trocó el sentido al papel; 565
porque si tú lo entendieras,
es cierto que le impidieras
resolución tan crüel.
Ello es cierto; yo he perdido
el bien que no merecí. 570
LEONOR: Prosíguela.
JUAN: Dice así,
Lee
"De mi mal ha procedido
la esquiveza y novedad
que disculpar es tan justo;
pues no parte con el gusto 575
su imperio la enfermedad.
Doña Aldonza de Meneses."
Leonor, tan clara razón
no admite interpretación
y, aunque tú misma le oyeses 580
lo contrario, esto que leo
viene de Aldonza firmado,
y es cierto que se ha mudado.
LEONOR: Yo lo miro y no lo creo...
Dame el papel, que estoy loca 585
y corrida de que a mí,
ya que te la rompa a ti,
me trate con fe tan poca.
Vase LEONOR
TRISTÁN: ¿Y la cadena? Voló.
Tú has hecho un gentil empleo. 590
Sale don FÉLIX que se queda retirado,
escuchando a don JUAN
JUAN: Bien lo debo a su deseo,
cuando a sus efectos no.
¡Pluguiera a Dios redimiera
lo menos del mal que lloro,
con cuanto rubio tesoro 595
produce la indiana esfera!
FÉLIX: (¿Qué escucho? Cuando es mi intento Aparte
pedir a don Juan, hermano
de mi Teodora, su mano
en albricias del contento 600
de su cumplida esperanza,
se lamenta. ¡Plega a Dios
que no nos dañe a los dos
igualmente una mudanza!)
¿Qué es esto, don Juan?
JUAN: Amigo, 605
sucesos de un desdichado.
Doña Aldonza se ha mudado.
FÉLIX: ¿Qué decís?
JUAN: ¿De lo que digo
dudáis, cuando es en mi daño?
FÉLIX: ¿Y qué ha sido la ocasión? 610
JUAN: Cierto mal de corazón,
según dice, tan extraño,
que de gusto y aun de seso
la priva.
FÉLIX: (¿Hay desdicha igual?) Aparte
Quiera Dios que vuestro mal 615
estribe, don Juan, en eso;
porque un médico extranjero
ha venido, a cuya ciencia
no hay reservada dolencia.
Llevádsela; que yo espero 620
no solo que librará
de ese mal su corazón,
pero que de su pasión
la causa conocerá.
TRISTÁN: ¡Oh médico celestial! 625
FÉLIX: (Callaré mi pretensión Aparte
hasta mejor ocasión;
que un triste no es liberal.)
JUAN: ¿Que es tan sabio?
FÉLIX: Eslo de suerte,
que por los pulsos y aspetos 630
penetra hasta los secretos
de la vida y de la muerte.
TRISTÁN: ¿Que adivina el extranjero
por los aspetos, señor?
Mátenme si este doctor 635
no fuere un gran embustero.
FÉLIX: Con obras se acreditó;
que no con palabras sólo.
TRISTÁN: ¿Y llámase?
FÉLIX: Demodolo.
TRISTÁN: Miren si el nombre buscó 640
famoso por lo exquisito,
por lo extraño provocante,
porque dé al vulgo ignorante
la novedad apetito.
JUAN: Félix, toda mi esperanza 645
pongo yo en ese doctor.
A mí me cure de amor,
si a Aldonza no de mudanza.
Busquémosle.
FÉLIX: De él espero
el fin que tu amor desea. 650
TRISTÁN: Yo, que su gualdrapa sea
la tumba de tu dinero.
Vanse todos. Sale doña ALDONZA
ALDONZA: Cielos, ¿qué vario accidente
causa los males que lloro?
Ausente a don Juan adoro, 655
y lo aborrezco presente.
La postrer vez que lo vi,
disforme me pareció;
y luego que se ausentó,
reina ya su amor en mí, 660
poniéndonme, porque muera
a los ojos la memoria,
la nunca igualada gloria
que hallé en su vista primera.
¿Quién vio tan nuevo furor, 665
y quién tan loco accidente,
que muera estando presente
y viva, ausente, el amor?
Sale LEONOR, con manto
ALDONZA: Leonor...
LEONOR: Vengo tan corrida
de que me hayas engañado 670
con el papel que me has dado,
que no olvidaré en mi vida
este agravio.
ALDONZA: No te entiendo.
LEONOR: ¡Bueno es leerme el papel,
fingiendo que llevo en él 675
a don Juan la vida, siendo
la sentencia de su muerte!
¡No supiera yo leer!
¡Mal haya el hombre o mujer
que da de su humilde suerte 680
indicios con no saberlo!
ALDONZA: ¿Qué dices? Muestra y verás,
Leonor, que engañada estás.
LEONOR: ¿Qué importa si has de leerlo
conforme a tu voluntad? 685
ALDONZA: Si con mi vida aseguro
tu recelo, yo la juro
de leerte la verdad.
Lee
"Si os di nombre de marido,
ya es fuerza, por no matarme, 690
revocarlo no, casarme.
De mi mal ha procedido
la esquiveza y novedad
que disculpar es tan justo,
pues no parte con el gusto 695
su imperio la enfermedad."
¿Ésta la sentencia ha sido
de muerte?
LEONOR: ¿Hay tal confusión?
Las mesmas palabras son,
y no es el mismo sentido. 700
¿En qué estará? ¿Hay tal tormento
como ser de ingenio rudo?
¿A qué nació quien no pudo
merecer entendimiento?
Pues muy contrario sentido 705
don Juan al papel ha dado,
con que se ha desesperado
tanto como yo corrido.
ALDONZA: Misterio hay, Leonor en esto,
y a lo que puedo entender, 710
algún divino poder,
a nuestras bodas opuesto.
Mas dime, por vida mía,
¿qué te pareció don Juan?
LEONOR: Tan de buen gusto y galán, 715
que envidiarle el sol podía.
ALDONZA: ¿Cómo es posible que el verle
sola a mí me cause enojos?
Pues si estuviera en mis ojos
el defecto, ¿había de hacerle 720
solo a don Juan mi accidente
un agravio tan crüel,
pues a nadie sino a él
miro de sí diferente?
No lo entiendo.
Sale TRISTÁN
TRISTÁN: Mi señor, 725
tan enfermo de tu mal,
que está más que tú mortal,
te trae, señora, un doctor
de cuya infalible ciencia
huye medrosa la muerte, 730
y los dos ya para verte
sólo aguardan tu licencia.
ALDONZA: Entren. Por dicha mi amor
hallará de tanto daño
en don Juan el desengaño, 735
o el remedio en el doctor.
Salen JUAN, ROMÁN, de doctor galán, y
el DEMONIO, de platicante
JUAN: Aldonza, con el cuidado
de vuestra indisposición,
mi abrasado corazón
el remedio ha procurado. 740
El señor doctor que os viene
a visitar, no de humano,
de médico soberano
la fama y las obras tiene.
Decid vuestro mal; que creo 745
que tendrá fin la dolencia,
si alcanza poder la ciencia
y ventura mi deseo.
Aparte a LEONOR
ALDONZA: ¡Ay triste de mí! Leonor,
mi mal crece de hora en hora. 750
LEONOR: ¿Qué sientes?
ALDONZA: Don Juan agora
me ha parecido peor.
¡Qué narices!
Hablando aparte el DEMONIO con ROMÁN
DEMONIO: El objeto
falso que ofrezco a sus ojos
en don Juan le causa enojos, 755
y se queja de su efeto
Aldonza.
ROMÁN: Dime, ¿no fuera
mi pretensión más segura
si el hechizo en la hermosura
de Aldonza lo mismo hiciera 760
que en don Juan, porque él viniese
a aborrecerla también?
DEMONIO: No, Román. No te está bien,
porque si él la aborreciese,
ni cuidara de su mal 765
ni te hubiera menester;
y el amarla le ha de hacer
contigo tan liberal,
que goces de su riqueza
gran parte, y no es de tu intento 770
el más leve fundamento
para alcanzar la belleza
de doña Aldonza.
ROMÁN: Bien dices.
DEMONIO: (Lo más cierto es que pretendo Aparte
que don Juan pierda, sintiendo 775
los sucesos infelices
de su amor, el sufrimiento,
con que a delitos e injurías
le precipitan las furias
de su celoso tormento.) 780
¿Qué aguardas?
ROMÁN: ¿Has ya mudado
lo visible en mí?
DEMONIO: No fuera,
si alguno te conociera,
poderoso mi cuidado.
No temas.
JUAN: (Yo la he perdido. Aparte 785
Con gran disgusto me mira.)
TRISTÁN: (Ella se queja, él suspira, Aparte
y yo lloro mi vestido.)
ROMÁN: Si de las manos confiero
las líneas con las señales 790
del rostro, de vuestros males,
señora, entender espero
la verdadera ocasión.
TRISTÁN: Señor doctor, no quisiera
que esta cura adoleciera 795
de la santa Inquisición.
JUAN: Calla, necio.
TRISTÁN: No me vayas
a la mano, porque he oído
decir que está prohibido
adivinar por las rayas; 800
y yo soy, aunque me ves
en lo demás tan humano,
un católico cristiano,
testarudo aragonés;
y no tiene el mundo aceros 805
iguales a mi coraje
para impedir el ultraje
de mi Dios y de mis fueros,
pues tan sin dicha nací,
que siendo el más inocente, 810
se escapará el delincuente
y me prenderán a mí.
ROMÁN: Por docto, tengo permiso
para valerme de tales
conjeturas y señales; 815
que la Inquisición no quiso
prohibir tan milagrosos
misterios sino a ignorantes,
que con artes semejantes
dan luego en supersticiosos; 820
pero yo, que con la ciencia
física llego a alcanzar
lo que ellas pueden mostrar,
de usarlas tengo licencia.
Mandadle, señor don Juan, 825
dejarnos; que es peligroso
un testigo escrupuloso,
siendo ignorante.
JUAN: Tristán,
véte al punto.
TRISTÁN: Bien hacéis
en recelaros de mí, 830
que la leva os entendí.
Vase
ROMÁN: (Presto me lo pagaréis.) Aparte
Dadme el pulso.
(¡Oh, nieve pura, Aparte
cómo sois fuego de amor!)
JUAN: (¡Ah! ¡No fuera yo el doctor!) Aparte 835
ROMÁN: Libre estáis de calentura.
(Así lo estuviera yo.) Aparte
Alzad el rostro...
(¡Ay de mí! Aparte
Cuello hermoso, el cielo en ti
todo su poder mostró.) 840
Dadme la mano...(En que adora Aparte
cinco saetas mi amor.)
Rehusa ella
ALDONZA: ¿La mano?
JUAN: El señor doctor
se entiende. Dadla, señora.
ROMÁN tómale la mano izquierda
ROMÁN: Su virtud le comunica 845
a la izquierda el corazón;
y así por su indicación
sus sentimientos publica.
Con ella apretad la mía;
que la fuerza quiero ver 850
que tiene.
LEONOR: (No he visto hacer Aparte
jamás tal anatomía.)
ROMÁN: Apretadla.
JUAN: (Ya me dan Aparte
celos estas experiencias.)
ROMÁN: Los misterios de las ciencias 855
son muy ocultos, don Juan.
Aparte a don JUAN
Escuchadme y os diré,
por no advertirla, en secreto
de esta experiencia el efeto.
(Con esto dilataré Aparte 860
la gloria que estoy mirando.)
Habla a don JUAN, recatándose de que le oiga
doña ALDONZA, y nunca deja su mano
En la relación que hiciere,
es forzoso que se altere
su corazón, en tocando
la causa de su pasión; 865
y yo lo he de conocer,
porque en la fuerza ha de haber
aumento o diminución
y haciendo luego jüicio,
según la quiromancía, 870
física y fisonomía,
tendré verdadero indicio
de la secreta ocasión
de su mal, y aplicaré
el remedio, con que os dé 875
su mudanza admiración.
JUAN: ¡Qué sutil filosofía!
Aparte a LEONOR
ALDONZA: ¿Has advertido, Leonor,
qué buen talle de doctor?
LEONOR: Extraña es su bizarría! 880
ROMÁN: Haced lo que os he advertido,
hermosa Aldonza.
ALDONZA: Yo siento
lesión en mi entendimiento,
turbación en mi sentido.
Siento inconstante deseo, 885
frágil memoria, de modo
que juzgo diverso todo
de lo que vi lo que veo.
ROMÁN: Basta; que agora tocastes
al punto. La alteración 890
dio a la mano el corazón;
que en la fuerza desmayastes.
Aparte a LEONOR
ALDONZA: Dice verdad. Peregrino
es el médico.
LEONOR: ¡Hay tal cosa!
Ciencia tiene milagrosa. 895
JUAN: (Entendiólo. Él es divino;
que aborrecer fácilmente
sin causa a quien ha querido,
muestra que le ha parecido
despues acá diferente. 900
ROMÁN: Señora, ya yo sospecho
vuestro mal. Hechizos son
los que en vuestro corazón
tan gran novedad han hecho.
LEONOR: ¿No lo dije yo?
ALDONZA: ¡Ay de mí! 905
ROMÁN: Alguno que ciego adora
vuestra hermosura, señora,
quiere asegurarla así.
El DEMONIO habla aparte a doña ALDONZA,
colocado a espaldas de ella
DEMONIO: ¿Quién sino don Juan sería?
ROMÁN: Indicio ofrecen notorio 910
del maléfico amatorio
vuestra gran melancolía,
la turbación del sentido
y variedad del deseo.
¿Cuánto va, Aldonza, que feo 915
alguno os ha parecido,
a quien juzgastes primero
bizarro, hermoso y galán?
LEONOR: Es verdad.
ALDONZA: Esto en don Juan
me ha sucedido, y ya infiero, 920
Leonor, que lo has publicado.
LEONOR: Fálteme Dios si tal hice.
(¡Loca estoy! Secretos dice Aparte
que entre los dos han pasado.)
JUAN: (Él lo ha entendido. Yo soy Aparte 925
quien ya le parezco mal.)
ALDONZA: (No vi jamás hombre igual.) Aparte
ROMÁN: Si con esto, Aldonza, os doy
ocasión para admiraros,
estos son cortos efetos; 930
que secretos más secretos
pienso presto declararos.
Agora os he de mostrar
más clara la ciencia mía
que por la quiromancía 935
del todo he de penetrar
vuestro mal. Mostrad la palma
de la mano, que es papel
del cielo, que escribe en él
las afecciones del alma. 940
¡Qué obscuras líneas! En ellas
se advierte la confusión
que padece el corazón.
Bésale la palma
JUAN: Pues, ¿qué hacéis?
ROMÁN: Humedecellas;
que muestra en ellas la mano 945
más viveza y más color
con la humedad y calor
que les da el aliento humano.
JUAN: Aldonza pudiera hacello.
(No me puedo refrenar.) Aparte 950
ROMÁN: Señor don Juan, a pensar
que os diera disgusto en ello,
ni lo hiciera, ni mis pies
estos umbrales tocaran
si en recompensa esperaran 955
innumerable interés.
Yo ejecuto con llaneza
los medios cuyos efetos
tocáis ya, pues los secretos
de la bella Aldonza empieza 960
a entender y declarar;
y cuando con la experiencia
que veis, pretende mi ciencia
lo que importan alcanzar,
me obligan vuestros recelos 965
a desistir, porque yo
vengo a dar salud, y no
desconfïanzas y celos.
El tiempo os vendrá a mostrar
que es tan secreto y profundo 970
su mal, que nadie en el mundo,
sino yo, lo ha de curar;
mas pues las llanezas mías
culpáis, buscad quien dilate
su enfermedad, y la mate 975
con purgas y con sangrías.
Vuelve las espaldas
ALDONZA: Aguardad.
ROMÁN: (Con esto quiero Aparte
mi estimación aumentar.
Él mismo me ha de llamar,
y costarle su dinero.) 980
Vanse ROMÁN y el DEMONIO
ALDONZA: Volved. Fuése. ¡Todo así
se conjura en afligirme!
LEONOR: ¡Que se fuese sin decirme
la buenaventura a mí!
ALDONZA: ¿Esto, don Juan, es fineza? 985
¿Esto debo a vuestro amor?
¿Celos formáis de un doctor?
Éraos ya a la sutileza
de su ingenio tan pesada,
temiendo, si prosiguiera, 990
que del todo descubriera
que estoy de vos hechizada?
JUAN: ¿De mí, Aldonza?
ALDONZA: Caso es llano.
¿Quién sino vos desconfía
de mi amor? ¿Quién pretendía 995
asegurarse mi mano
sino vos? ¿En quién miráis
lo que ha obrado en mí el hechizo,
sino en vos, si bien no hizo
la operación que intentáis, 1000
pues que trocando la acción,
por dicha me perderéis
con lo que intentado habéis
asegurar mi afición?
Y tras de hacerme, con medio 1005
tan injusto, tanto daño,
¡por encubrir vuestro engaño
me quitáis a mí el remedio!
JUAN: Aldonza, juraros quiero...
ALDONZA: No por eso me aseguro; 1010
que también dará en perjuro
quien ha dado en hechicero.
JUAN: ¿Hay tal rabia? He de perder
la vida con la paciencia.
ALDONZA: No me mintáis inocencia. 1015
Lo que importa es deshacer
el daño, y hacer que vuelva
a remediarlo el doctor;
y mientras no, vuestro amor
no espere que me resuelva 1020
a las bodas que desea;
que obra contra vos de suerte
el hechizo, que la muerte
no me parece tan fea.
LEONOR: (Declaróse.) Aparte
JUAN: Aldonza mía, 1025
sólo por satisfaceros
el médico he de traeros,
si cuanta riqueza envía
la oriental región me cuesta.
ALDONZA: Hacedlo, y no me veáis 1030
primero que de él sepáis
que estoy menos indispuesta.
JUAN: ¡Eso más!
ALDONZA: Don Juan, no os pese;
que a vos os importa.
JUAN: ¿Quién
se vio a las puertas del bien, 1035
que como yo le perdiese?
Vase
LEONOR: Rabioso va.
ALDONZA: Y yo, Leonor,
quedo confusa, pensando
que de don Juan voy sanando,
y enfermando del doctor. 1040
Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por
Matthew D. Stroud
Actualización más reciente: 24
Jun 2002
September 13, 2005